jueves, 25 de agosto de 2011

LXVII

LXVII

Tú que seduces al viajante,
En la lujuria del paraíso prometido,
En la belleza de tu cultura,
En la entrega de los sueños,
Das cobijo en tus entrañas
A un sin fin de fantasías.

En tus venas dejas correr
El deseo y el ímpetu,
De soñadores y artistas,
De creadores y creyentes,
De la gran esperanza americana,
Aquella por la que tú naciste,
Y por la que el mundo vive,
Miles de regalos que de tu seno
Nacen para ser la vida y la muerte,
De un sueño en el que se cree,
De una meta que se alcanza.

Tu sangre alberga el poder,
Tu sangre es la corriente
Que emanas al ofrecer una esperanza,
Al crear un sueño,
Otorgando la oportunidad,
O matando la fe en ti depositada,
Denegando un sueño…
Una voz que desea ser escuchada.

Tú muestras tu rostro ante el mundo,
Ocultándote tras una mascara,
La lujuria de la pasión y el drama,
Mascara de farsas,
Para esconder tu rostro oscuro,
Aquel que muestra dolor y pérdida,
En ti hierve el veneno,
De un mal eterno,
Que con desdicha arrastras al delincuente
La muerte camina,
De su mano inmunda,
La muerte no es más que la capa que fecunda,
El dolor y la pérdida de los caballeros del Apocalipsis,
La droga, la envidia, la necesidad, las injurias,
Con leyes y sin leyes, es veneno y droga,
La mortificación de tu alma,
Por el que a otro lado miras,
Evitando ver la sombra que de ti emana,
Buscando el amanecer por el que a ti llegan,
Los creyentes de tus promesas….
NEW YORK

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