sábado, 30 de marzo de 2024

COSTRAS

 

Desde niños acumulamos un sinfín de cosas en nuestro interior, en ocasiones siguen siendo heridas abiertas, en otros mal sabores de boca y sobre todo muchas costras.

Hoy en día lo llaman traumas y tienden mucho a usar esa definición a modo de muleta para evitar cosas que les disgustan o sobre todo dar lástima, para mí no son más que el resultado de momentos difíciles que aportaron una lección a mi vida.

Siempre se espera que desde niños se nos evite cosas desagradables, maltrato por parte de otros, situaciones demasiado impactantes, el problema de todo esto, es que se crea un algodón tan denso, que hay personas que crecen sobreprotegidas y negadas a enfrentar la vida tal cual es. En algunos casos creamos adultos no funcionales, creando así una sobrecarga a otros adultos que se ven ocupándose de alguien sin las capacidades suficientes para cuidar de sí mismo o valerse como el resto.

Crecemos sufriendo heridas, crecemos conociendo nuestros límites, superando adversidades y limitaciones impuestas, albergando esperanzas y haciéndonos más fuertes, acumulando nuestras costras de batallas ganadas y algunas perdidas, pero todas nos dejan un recuerdo que marca nuestro comportamiento ante el futuro, nosotros somos la fuerza que impulsa nuestro crecimiento, así nos motiven, nos den libertad o nos apoyen, sí, por el contrario, nos ignoran, nos atan a un espacio sin retos y sin apoyo, viviendo en una cárcel de límites y negación, o, en cambio, desafías todos los obstáculos que te impusieron desde siempre, todo es querer.

Tenemos costras familiares que arrastramos desde niños, huellas de otros que dañan a quienes amamos, cuando se hace costumbre lo asimilamos como algo normal, gran error de nuestra inocencia, pero ahí queda la marca, temores causados por la rabia de otros y envidias que vuelcan sobre nosotros a temprana edad, asumiendo hicimos algo mal, aunque así no sea, castigos sin comprensión, rechazos por problemas con tus progenitores, que al final arrastramos por fuerza mayor.

Tenemos costras sociales, aquellas que nos muestran la desigualdad por tu falta de recursos económicos, por origen de tu familia, por etnia, por donde vives, por aspecto, limitaciones intelectuales, que a pronta edad nos dañan esa visión del mundo, esa seguridad ante otros, el valor en uno mismo ante el resto del mundo, una costra que en ocasiones sigue creciendo toda la vida, se despelleja y sangra en algunos momentos…

Tenemos costras económicas, pasar necesidades no es plato de nadie, pero existe, es algo que asumes sin voluntad, te desprecian por pedir, por no tener, por ser como otros y la burla siempre asoma por aquellos se creen superiores, se pierden valores que traen más sufrimiento a aquellos que viven en mínimos, subsisten  y se arropan con el amor de tus iguales, mirando al futuro con la esperanza de una vida mejor, o rechazando a gente que adora el dinero por encima de las personas, una desgracia en nuestra sociedad.

Tenemos costras de autoestima, llegando a una cierta edad, vemos las diferencias de nuestra persona para con otras que admiramos o apreciamos, aspiramos a una belleza que es diferente a la muestra, nos castigamos por cambiar nuestra figura, nos maquillamos por cambiar nuestro aspecto, intentamos cambiar el cabello para se parezca a la persona que admiran a la escuela, solo para no ser una pasa, un fruto seco sin gracia aspirando a ser una flor, negándonos a ver que la belleza está en nuestro ser y no en la apariencia, que las flores se marchitan pronto, que las bellas las arrancan pronto y se estropean. Solo se busca deslumbrar, pensando que así sacaremos esa tristeza que nos persigue, cuando es asumir todo cuanto tenemos de bueno, de especial y que nadie puede robarnos esa esencia tan especial. El rechazo es un arma que daña a una edad muy temprana.

Tenemos costras de infravaloración, nuestro esfuerzo por bueno que sea, muchas veces no vale lo mismo, que lo que otros por simpatía o cercanía a los superiores de un trabajo, te vuelves invisible, te sientes sin valor o tu esfuerzo no da fruto por qué otros se llevan los méritos, te ves como una mula que tira de un carro sin dirección ni destino, cargando y descargando sobrecarga emocional y estrés, sin recibir reconocimiento ni méritos, deseando acabar con todo y tirar a la basura todo, pero por miedo muchas veces no lo haces y sigues.

Acumulamos una vida de heridas cuya costra sigue ahí marcando nuestra visión de la vida, nuestras decisiones y elecciones, no importa el filtro que le den otros, nosotros no vemos más que visión de esas costras en cada paso, las llevamos acuestas sin fijarnos que acondicionan nuestras vidas, abrir los ojos al pasado es recordar cada momento amargo, sin ver el cambio que provoco entonces.

 

 

jueves, 21 de marzo de 2024

CUOTA

 

 

Desde que apareció el comercio, todo tiene un precio, al menos el que la humanidad en su sociedad capitalista impone a cuanto desean vender e intercambiar. Lo cual ha provocado en la gran mayoría de civilizaciones que incluso la vida y la muerte tengan un precio, pagando esos seres vivos con la esclavitud de su existencia o su eliminación.

Sin embargo, nadie tiene encuentra, que éste cambio ya estaba impuesto a la misma vida, la mujer ya paga una cuota de por vida, mes a mes la retuercen por dentro con cambios hormonales, expulsando lo sucio que ya no sirve para un futuro embarazo… para reiniciar el ciclo de la vida, para ser vulnerable ante otros, crecemos sobrellevando esa carga, con miedo en muchas sociedades y épocas, con inseguridades y una gran voluntad por seguir adelante,

Su precio de vida es sufrir una perdida mensual, pues esta transición es semejante a un parto, un sufrimiento que puede durar  por horas o días, en el mejor de los casos, pero si algo se desajusta puede durar semanas, lo cual trae más consecuencias… por desgracia existen culturas que durante esta transición se considera a la mujer impura, negando es un ciclo por el cual se aprecia el don de la vida, una cuota que la otra parte de nuestra civilización no comprende, no aprecia y se niega a darle un privilegio o dignidad… por desgracia muchos varones o culturas actúan con ese desprecio déspota ante la mujer y su ciclo menstrual.

Nos enseñan que en la vida todo tiene un precio, algo que las mujeres tienen impuesto de por vida, el alquiler de una futura vida recae sobre ellas, acumula para lo que pueda venir, sufre la decepción hormonal y expulsa todo, vuelta a empezar sin más opción que esperar al siguiente mes, puede sufrir pérdidas significativas, puede sufrir enfermedades por excesos de cuotas.

Sin embargo, hay precios mayores, el sin descanso de luchar día a día por una cuota que no tiene un límite, el no saber cuándo se tendrá un descanso de ese sangrado constante, mientras miran a una mayoría que se puede conformar con unos días y seguir el resto del mes tranquilas. Nada es fácil en esta vida y la paciencia a veces supera nuestras propias fuerzas.

Las cuotas son utilizadas en muchas sociedades como un medio de crecimiento natal, convierten a la mujer como mayor valor de natalidad, al hombre el ser de poder y fuerza, por desgracia se vuelve todo sin valor humano, una transacción de valor comercial, la mujer en dichas sociedades es como un saco de patatas. Si pares cumples si no… 

El comercio dejó de ser un trueque equitativo en el momento que entro la moneda y construyeron una sociedad de poder monetario y riquezas, las cuales favorecen a unos pocos y el resto conviven luchando por sobrevivir o ser dignos. El comercio anuló los valores morales en sus inicios, algunas mujeres pese a tener posiciones de poder si no daban un descendiente válido, se la desprecia, un título de riqueza es eso, una posición que no cambia el trasfondo original, matrimonios de conveniencia, traer descendientes a la unión, solo tienes más comodidades que la mayoría de la población y envidian tu posición, aun cuando sigues pagando la misma cuota que cualquier mujer, pero con mejores galas…

La cuota de la descendencia también es un precio de por vida, pues hay cultura de descendencia machista en la mayoría de civilizaciones, en la historia pasada se reclamaba la sucesión directa a través de varones, Ay de la mujer que no engendre varón, será despreciada y sus hijas doblemente por no creerlas aptas para heredar bienes o sucesión, es cuando les cae la humillación de ser casadas por intereses comerciales o de posición jerárquica, muchas han padecido en sus carnes, este gran mal, ser usadas para concebir un varón y de no hacerlo ser despreciadas y tratadas como inservibles.

La mujer conlleva en su crecimiento la cuota más antigua de la historia, el sacrificio de mayor valor, su bienestar y su vida a cambio de procrear nueva vida, sin embargo, lo han tratado como algo tan básico, que no aprecian el valor real de dicho pago, esfuerzo y entrega cara al futuro, cara a la humanidad, sin la mujer no hay futuro.

Se la infravalora, en ciertas culturas se la desprecia, su voluntad es anulada, pero su mayor bien es profanado y abusada por placer y posesividad en muchas ocasiones, destruyendo el espíritu de la portadora del don de la vida.

Existe futuro y a su vez la cuota se vuelve alta, se busca avanzar pese a todo, pero muchas rechazan esa cuota pese a que deben seguir conviviendo con dicho pago, no tienen elección y viven con el riesgo de traer una vida que no se sienten preparadas a traer, mantener y cuidar por el resto de sus vidas.

Desde fuera se ve fácil, pero sufrir por tener derecho a traer vida, es una carga para una gran mayoría, quien no lo sufre lo menosprecia, y la cuota es un factor más que incomoda. Y si se les exige procrear contra voluntad, señores, eso es una imposición, si no se comparte la voluntad de ser padres, se está abusando de la mujer para beneficio propio, si una mujer carga con una vida indeseada, camina ante un futuro destruido… Tener conciencia de que, imponiendo el deseo de ser padres, en su proceso se ha destrozado la voluntad y la felicidad de esa mujer. Tener no es obligado a dar.

Así es la vida, tú pagas, pero, ¿recibes a cambio una compensación adecuada?,  si nos fijamos el valor en esta sociedad es subjetivo, lo material tiene más valor en la vida de la mayoría, que el hecho de vivir, compartir y entregar una parte de ti al mundo, la vida no se tiene en el máximo aprecio…  Cuando se acumulan odios, desprecios, pese a compartir una misma raíz, la existencia, la vida es una parte de todos, que damos por sentado y no apreciamos en su debida medida, todos venimos de una mujer. Que pagó y pagara hasta su vejez una cuota por existir y traer vida y nacimientos a nuestras familias, sociedad, humanidad.

Todo gobierno se basa en un poder adquisitivo, monetario, ignorando que sin natalidad, crecimiento civil, el sustento adquisitivo se derrumba, si la mujer pagando cada mes no tiene estabilidad y bienestar ¿de qué sirve todo lo demás?

sábado, 16 de marzo de 2024

YUGO

 

 

 

La fuerza de la voluntad es muy compleja, nunca se sabe su alcance ni su persistencia… la voluntad es nuestro empuje en momentos difíciles, es en muchas ocasiones lo que nos mantiene en pie y nos hace caminar por difícil que sea, sin su fuerza perderíamos las ganas de vivir al menos obstáculo.

Luchamos día a día por no rendirnos ante la complejidad de nuestra existencia, ante la propia vida, ante las adversidades que nos empujan en varias direcciones, postrarnos no es una opción, luchamos para seguir adelante.

Nuestro espíritu ansia volar, pero nuestras ataduras nos someten a la mera existencia, ansiamos cambios, aspiramos a conocer mundo… sin embargo, seguimos en la rutina de luchar por sostener una vida, una monotonía que equivale al ahogo por las preocupaciones sobre los que nos rodean, sobre lo que se espera de nosotros. Si lo pensamos bien, seguimos rutinas para conllevar las cargas, nos atamos a lugares, personas, responsabilidades, añorando a su vez un cambio que con el tiempo se vuelve más difícil, romper con todo es duro, tirar tanto esfuerzo pasado a la basura, es como desperdiciar el tiempo pasado, no valorarlo, después de todo es una parte de nuestra vida, ansiar un futuro diferente está en todos nosotros, tener valor para dar ese cambio está en nuestra voluntad, en tener valor a dar el primer paso hacia adelante sin ataduras.

Importa la apariencia, la exigencia, la entrega si buscas seguir anclado a un lugar, te entregas a aparentar y a exigirte a continuar a así, a entregarte da quienes siguen a tu lado, a quienes aprecias olvidando amarte a ti primero, si el caso es lo contrario, sostienes un yugo y tiras de él sin deseo, sin aspiraciones, sin importarte el mundo, pues es una condena perpetua a la que no le ves fin. Siempre que te cierres a pensar en cambios, a aspirar en vez envidiar, a soñar en vez maldecir, sencillamente tener voluntad en vez cargar yugos.

Con el tiempo descubrimos que cargamos con distintos yugos a lo largo de nuestra vida, olvidando lo que nos hace feliz, nuestras aspiraciones, el sentimiento de libertad… lo peor es que nosotros aceptamos el yugo e incluso muchas veces nos lo imponemos, así seamos desdichados. Triste, pero cierto, hay decisiones que ponemos por encima de nuestra felicidad, si en verdad es importante, la libertad no es dichosa si cargas culpas y arrepentimientos.

En ocasiones nuestro aspirado refugio, es el yugo de nuestra vida, convirtiéndose en una jaula de sueños, una jaula de paredes, de promesas, de hogar sin calma… no comprendemos su poder pero nos hemos encadenado y la lucha por escapar no es fácil, romper las cadenas, desligarnos emocionalmente, deshacer promesas de futuro… romper responsabilidades que han ido más lejos de lo que corresponde, falsa estabilidad llena de sometimiento a situaciones y personas que no te hacen bien, solo si tienes voluntad para imponerte, encuentras la fuerza para desligarte de todo y romper el yugo para avanzar.

Mi voluntad debe estar por encima de todo, ese es mi deseo, no atarme y enterrarme en vida, no atar a otros a condenas, mostrar siempre la puerta, aspirar a que el resto no se ate a mi lado ni a mis desdichas, que quienes amas hallen una vida propia, acorde a sus deseos, luchar por avanzar siempre a de ser lo primero.

Es difícil, el miedo siempre entra en estas ecuaciones, la inseguridad de lo que conoces a lo que no controlas en uno de esos candados. Tu voluntad es la llave para tener valor contra cualquier obstáculo.

Cuesta comprender que eres infeliz, aunque tengas un lugar donde vivir, es la máxima aspiración de la mayoría, sin ver que tu deseo es alejarte de todo cuanto te atropella emocionalmente y volar a nuevos horizontes sin murallas que te retengan.

Cuando cargas responsabilidades y obligaciones por mucho tiempo, estás tan sometido que no sabes cómo decir basta, como dar la espalda a algo que continúas sin aspiración, sufriendo bajo el conocimiento que no eres feliz, sabiendo que un día podrá la desesperación contigo y buscarás acabar con tu vida para terminar con ese sometimiento, ese sufrimiento, pese a que sabemos que ese nunca debería ser el camino, pero la ceguera ante tanto dolor nos vuelve irracionales, nos convencemos de que es lo mejor, para nosotros, para todos, ahí la voluntad paga un gran precio, si quieres avanzar y salir del agujero, sin ser arrastrada al fin de tus días.

Encontrar el hacha con que romper los yugos de nuestra existencia está en nosotros, dar un paso al frente y decir basta es lo que necesitamos, mirar a las personas que amamos decir ya no más con esto, sería lo más digno para todos, sin sufrimientos internos ni externos… con fe, esperanza e ilusión. Esas son verdaderas alas de futuro.

El valor debe estar en la ecuación que nos empuje hacia delante, pero en realidad es la rabia la que suele romper con todo y darnos alas para volar con ese valor que nos faltó en el pasado.