Siempre se accede en honor a la amistad, al aprecio, a la confianza y es cuando llega la prueba de fuego a la hora de cumplir con la palabra dada, nunca se define el momento adecuado en que uno duda, en el que se pregunta si debe o no seguir con lo acordado, en ese caso uno siempre recrimina el por qué aceptar si no esta seguro de cumplir.
No prometas nada, siempre hay truco, el compromiso puede ser un fraude,basado en la confianza ajena, aún con buena fe hay que señalar que un secreto, no es más que el artífice de la traición.
Un trato lleno de esperanza, ambos o varios acuerdan, bajo subdichas circunstancias, es indefinida la motivación, la unión se con unos derechos endebles, si un secreto se guarda, si el empuje es ajeno al resto de lo convenido, ensombrece la palabra dada y la persona carece de honor, esta maldito el trato, la promesa es una mascarada de buenas palabras sin estima o valor.
Circunstancial, definir lo así, en sus manos está si el perdón se merece, con todo es eventual, el rencor siempre procede de los corazones heridos, de la desconfianza y aún con perdón, jamás se olvida el mal causado y lo que es peor la traición perpetuada, eso si que es una gran barrera, nadie es capaz de superar esos limites, aunque lo afirme.
La voz silenciosa que recorre los pasillos de la conciencia, haciendo bribar la vara que azuza las dudas, la incertidumbre, hasta alcanzar ése punto deseado, el rechazo de toda posibilidad, es más el miedo que la realidad, el arrepentimiento ajeno le es indiferente...
Sólo una promesa prevalece, la de uno mismo y el mundo, la que el orgullo impone y de la que uno es esclava y a su vez le sostiene, no bajar la frente, no permitir ser inferior y sobretodo, no repetir errores que le han marcado en un pasado, son heridas todavía abiertas.
Si uno se promete algo así mismo, nunca más cederá... Esa linea no cruzará. permanecerá intocable, sino se comprende es porque la dignidad, decencia y voluntad, no se yerguen en su moral.
Y su vida carece de respeto propio...
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