sábado, 28 de abril de 2012

Continuacion de Mi desconocida


SERENA


Volvía a tener el móvil entre mis manos, dos llamadas rechazadas en lo que iba de mañana, mi padre seguía insistiendo, tras ver sus planes e intenciones para mi no cuenta y tampoco siento deseos de hablar con él, discutir un caso perdido no me lleva a ninguna parte en conclusión sólo a disgustarme, en cambio mi madre, no daba ya señales de vida, llamó un par de veces en los últimos días, en una ocasión conversó con Sam y en la otra con Adela, ahora era yo quien miraba el móvil anhelando escucharla.

Sam se acercó a mí, ella estuvo dando vueltas cerca de donde yo estaba sentada sin atreverse acercarse, la fuente cercana a la casa era un buen lugar de estar al sola y cómoda y ver a todos desde ahí hacer sus encargos; durante nuestra estancia pasaba mucho tiempo fuera de la casa, realizando curas a las personas mayores de la zona, comenzó supliendo en la consulta un día en el que me acompañó a una revisión, pese a que me encontraba mucho mejor insistían en que fuera cada dos días a que me vieran la herida y los sentidos por el temor de que algo interno no fuera bien; el médico la recomendó tras ser impresionado por su eficacia, cada mañana comenzaba la ruta, mientras yo intentaba recoger  las estancias sin esforzarme, siempre bajo la constante atención de Adela, incluso un día en su compañía nos acercamos a la mini biblioteca del ayuntamiento en busca de lectura actual, en ocasiones  me pasaba ratos allí leyendo revistas antes de elegir algo que me agradara, finalmente elegía alguna cosa ligera, ya que la vista se me cansaba rápido y en cuanto fijaba más tiempo del que debía necesitaba un analgésico para el dolor de cabeza.

Al llegar ahí, yo pensaba en olvidar y avanzar en una nueva vida alejada de todos, esperar a que todo pasara antes de volver y enfrentar esa parte de mi vida, en cambio muchas de mis horas las pasaba pensando en ella, la verdad tanto tiempo de ocio no daba a nada más constructivo, en especial tras las palabras de Adela cuando tocamos el punto de mi marcha.

Sam  continuaba a mi lado, silenciosa e incomoda, es inquietud suya me hizo sonreír, se le notaba enseguida cuándo algo la preocupaba, se volvía más silenciosa y distante, hasta que decidía y entonces se le notaba cierta inseguridad mientras se esforzaba en cumplir con lo que llevara en mente, eso me recordó que distinta se volvía en otras situaciones. Recordé de nuevo la visita con ella al médico, las secuencias de sus curas improvisadas en la sala de espera, en especial con una madre histérica con su niño sangrando a causa de un corte que se hizo al romperse un cristal, entró toda pálida detrás del niño que cargaba Adela, el médico estaba ocupado en una urgencia de vida o muerte, realizándole la respiración cardiaca a un hombre enfermo del corazón y que había entrado en parada, Sam tomó l a iniciativa cogiendo al pequeño que temblaba de miedo, fue difícil no sonreír entre tanta tensión al ver a Adela darle un empellón a la madre y ordenarle que ni se acercara, acompañó al crío mientras Sam le distraía, apenas llegó la ayudante con gasas, desinfectante, vendas más el hilo y la aguja, Sam se lo arrebató todo sin dejar de hablar con el pequeño, comenzó a curarle y luego a coser el corte, en dos minutos la hemorragia controlada, el niño perplejo mirándose la mano y la madre muda, eso sin contar que el resto de pacientes estupefactos y admirados sin saber que hacer; los que vimos al niño esperábamos más histeria, ya que tenia unos 8 años y se le veía muy asustado, el niño respondía entre hipidos a Sam cada vez que le preguntaba algo manteniéndolo distraído de lo que hacia, así supe que se llamaba Salvador, el niño la miraba con adoración y al volverme para tomar asiento de nuevo, comprendí por laminada de todos que en ese instante se había ganado el aprecio y confianza de los presentes…

Mientras todo esto pasaba por mi mente, yo esperaba a que ella me hablara, sabia que ese algo tenia que ver conmigo, de otra manera no estaría tan inquieta y silenciosa esperando.

-         Serena…

-         Dime.

-         Estuve conversando por teléfono hace unos días y…

Esperé, algo me hizo pensar que quería marcharse y pensaba despedirse de mí. Mientras la miré de reojo, cada vez más nerviosa, algo me dijo que más que fuera conmigo en especial, que tampoco era que quisiera marcharse como predispuse, era algo que le afectaba a ella y puede que a mí…

-         Tendremos visita en unos días,  les di la dirección, han insistido, sobretodo desde varios incidentes, te aviso para que te hagas a la idea, sé que  no has tenido ánimo de hablar con ellas, ni de explicarte; están preocupadas y sé que en el fondo necesitas a tu madre, al igual aclarar tus conflictos, puede que yo también, siendo sincera pero ignoro si estoy lista, bueno creo que lo dije todo.

Yo en cambio no era capaz de decir nada ante tal revelación, una única pregunta venia a mi mente, con un nudo en la garganta y una presión de ahogo en el pecho conseguí pronunciarla.

-         ¿Tiara también?

-        

Mi corazón aceleró a mil por hora, una especie de ansiedad y terror me llenó, era como estar en una montaña rusa de emociones sin control, sin despedirme me marché, eché a andar sin un rumbo fijo, no saludé a nadie, me era imposible y mi único deseo era alejarme de todos, era lo que mas necesitaba en esos momentos, huir.

Por alguna razón no quería detenerme a descansar, cada vez que aminoraba el paso era presa de mis ganas de llorar y el ahogo, con todo no me alejé del a casa,  esquivé las zonas concurridas, cuándo ya no pude más me dejé caer en el árbol más grande de la zona forestal, detrás de la casa de Adela,  en dónde había oculto un antiguo pozo cubierto por hiedra, se les prohibía a los niños ir para evitar accidentes, yo ya conocía su ubicación  gracias a Adela que me lo mostró el día anterior; ya no fui capaz de contener las lágrimas, ni el miedo que me atenazaba hasta que la desesperación me impulsó a golpear el tronco, aún dañándome yo no cedía, continuaba en mi empeño de liberar todo contra el tronco, hasta que alguien me rodeó por detrás sobresaltándome, mis manos fueron sujetadas por otras con aspecto ya rugoso y femenino, al instante lo supe, Adela era quien me contenía, ella seguía pendiente de mí, cuidándome sin importarle que yo amara a Tiara, ella continuaba a mi lado sin esperar nada.

Ignoraba como sentirme al respecto a ella, tampoco el cómo mirar a Tiara tras lo ocurrido con Adela, el saber que hacer ahora y en un futuro para mí era el mayor de mis problemas…

Mientras mis sollozos de confusión e impotencia convulsionaban mi cuerpo, ella me giró hacia sí, con sus dedos limpiaba mis lágrimas y  luego me acunaba en un abrazo, era como volver a estar en brazos de mi madre siendo una niña.

Así estuvimos bastante tiempo, cuando la necesidad dijo, nos sentamos a la raíz del gran pino, en mi vida había visto uno tan grande como ése, el diámetro de su tronco era tal que era imposible rodearlo y abrazarlo con los brazos, su sombra era un bálsamo para quienes buscaran su frescor, era como ver un titán de los bosques y mientras mi mente divago en la cantidad de historias que habría sido testigo a lo largo de su existencia.

-         Sabes, éste pino pronto será talado, está enfermo y pronto será un peligro sentarnos a su sombra, ya que sus ramas no se sostendrán podridas por la enfermedad,  he pasado una vida mirándolo desde mi casa, admirando su majestuosidad y ahora cuándo llegue la hora veré su final, seguiré mirando su lugar vacío y triste sin esa presencia imponente y su acogedora sombra…. Lo echaré mucho de menos.

Era como decir que ella seguirá ahí sola mientras todo lo que ama desaparece, me sentí muy apesadumbrada, todo ello me hizo pensar en mi madre en como estaría por mi lejanía y más culpable me sentí, cada vez necesitaba más hablar con ella y  disculparme, también pensé  en pedirle a Adela en que viniera con nosotras, luego caí en la cuenta de que ella no querría alejarse de sus recuerdos.

La rasca del anochecer me estremeció, me di cuenta que apenas llevaba algo que me cubriera y también que tanto rato sin moverme era normal que tuviera frío, me incorporé sacudiéndome las agujas de pino de los pantalones,  Adela  me imitó algo más lenta cuando intenté descender la pequeña pendiente en donde estaba el pino ella me detuvo,  me volví descubriendo que sostenía su móvil en la oreja, asentía a la vez que respondía, yo no escuché la llamada y comprendí que llevaba el audio apagado en estado silencioso.

Al terminar se me quedó mirando lo que me puso muy nerviosa y en estado de alerta, sin decirme nada avanzó adelantándome, la seguí extrañada y a la vez preocupada, un presentimiento  me decía que algo no iba bien.

Al llegar llamó a Sam a gritos, no esperó ni a llegar a la sala, ella acudió corriendo y frenó en seco delante nuestro, me miró de un modo extraño como si esperara encontrarme más descompuesta, al menos eso pensé por su gesto.

-         Coge el coche y ves con él a la central de correos de la costa donde desembarcan los ferrys, la del almacén grande, se le conoce como el de los canarios por una casa colindante llena de éstos, con un jardín cubierto para que no escapen, ahí vive un amante de ellos así que no te sorprendas, todo el mundo la conoce, hay que hacer una recogida urgente, ves rápido te esperan, no me han podido avisar antes y es algo que no puede esperar, lo siento.

Sam marchó como alma que lleva al diablo a cambiarse y las llaves, ni pregunto ni nada, simplemente se limitó a cumplir lo que le pedía, pasó a mi lado como una exhalación sin despedirse.

Una vez solas Adela comenzó a carraspear, la actitud de ambas me era sospechosa, la observé preocupada, finalmente con una voz un tanto pesarosa me pidió que la acompañara, así lo hice y una vez en la cocina me indicó con un gesto que me sentara ala mesa, eso me recordó la primera noche en su casa, ella mientras se dedicó a preparar un té, al volver a la mesa con sendas tazas preparadas y el horno ya en marcha, el cual desprendía un rico aroma a pescado y especias, se sentó frente a mí, volviendo a carraspear antes de tomar un sorbo de su taza.

-         Verás, Diana acaba de llamarme, según me ha contado acaban de llegar a la central de correos de los canarios, lo han hecho en el transporte postal, ocultándose de tu padre, éste ha atacado a tu madre y su nieta a dispuesto sacarlas de Claustrom para protegerlas y sin ser vistas, Sam ha salido a recogerlas, tu tía y Tiara tardarán algo más, se dedican a cubrirles las espaldas y dejar todo arreglado antes de que él se de cuenta de todo.
-         Mi madre, ¿cómo está?
-         Bien, agotada por la tensión, magullada por lo que me han dicho y asustada por la nueva línea de acción de tu padre, piensan que está perdiendo la cabeza, me han dicho que te reclamaba, ahora Diana está también deshecha por lo que le pueda ocurrir a su nieta, así que ten fortaleza, tu madre necesita tu apoyo y afecto, por lo que sé ha sido todo muy rápido y de golpe.















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