miércoles, 22 de agosto de 2012

LXXVII


LXXVII


Bajo la viña escarlata,
La brisa acaricia la vid,
Roza con dulzura en su gozo
La uva que en su interior guarda,
El jugo dulzor de sus recuerdos,
Desnudando al sol su alma,
Dejando caer la piel al polvo,
Muestra la tierna carne de su corazón,
Recordando al recién nacido,
Frágil y risueño, devuelve la juventud
En su recuerdo.

Deja su sabroso jugo en labios del viento,
Que embriagado se enloquece y siembra
Un baile a los cielos de  luz y sombras,
De sol y nubes, de calor y lluvia según su antojo,
Mece y revuelve aquello que a su merced se mueve.

Silba con brío,
Anunciando su encanto,
Arrastra consigo el verdor ya perdido,
El dorado ornamento del otoño,
Y viste con glamour su sutil transparencia,
Devolviendo la mirada a la vid y sonriendo,
Buscando mostrar su sutil sensualidad,
Aquella que oculta en su correr y viajar.

Anhelo del amante,
Alza a lo alto su semblante,
Al horizonte recorre el pensamiento,
Volviendo al pasado,
En el que los elementos fueron uno,
Y un nuevo mundo llegó a sus manos,
Una nueva fuerza revoluciono sus corrientes,
Y atrajo su ansia viajera, esparciendo la simiente,
Sembrando su lujuria,
Bajo la calida caricia del astro rey.

Desnuda queda su alma,
Perdida la vergüenza,
Descubierta la esperanza,
Añorada la lujuria,
Olvidada la esencia,
Rejuvenecida la alegría,
Reviviendo risueña
Aquello que el tiempo
Apartó de su alianza…

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