domingo, 9 de septiembre de 2012

LXXXIV


LXXXIV


En el mecer de tus olas
Yo me embriago de tus lágrimas,
Es bajo tu ronroneo que escucho
El palpitar de tus sueños,
Es la marejada la que me seduce
Día tras día en silencio,
Atrayendo a mis labios
Nuevos encuentros con la prosa,
Albergando sonrisas tímidas
Por la sal de tus aguas en mi piel clara.

Es el brillo de tu esencia
La que atrae a la luna,
Es el espejo de tu sonrisa
La que hace reflejo en tus aguas,
Es la melodía del alma
La que arrulla al soñador,
Por cada ola que llega a la costa,
Por cada caricia tuya en la orilla,
Una lagrima olvidada
Y una sonrisa encontrada,
En el placer de acariciarte
Y renacer en tu voz apaciguante.

Alma indomable,
Que asemejas calma,
De furtiva mirada
A horizontes insospechados,
Naces y creces sin una mano
Que te adore,
Mas la voz de las sirenas
Que te velan en la rima de su añoranza,
Poetas de la tristeza que recorren la tierra
Tras un alma gemela,
Que perdieron en la sal de tus aguas,
Almas soñadoras que sonríen solitarias
Bajo tu atenta mirada y embriagadora
Tonada, a tu inquietante llamada acuden
Sumisas y entregadas.

Son sueños lo que persiguen,
Son un alma que no comprenden,
Eres tu su principio y final,
Parte de tus lágrimas y tu eterna búsqueda,
Que sin fin anhela la felicidad de amar,
A esa luna romántica,
Que luce y se refleja a tus aguas,
Y adulas con tu alma inquieta y seductora.

No hay comentarios: