domingo, 2 de septiembre de 2012

LXXXII


LXXXII


Siguiendo los designios del corazón,
Nos encaminamos a la trampa  eterna,
De ampliar esperanzas e ilusiones
En unos limites que no razonamos.

Es ciega la fe,
En su justa medida sin comprender,
Que uno ama esperando,
Alcanzar la plenitud,
Sin esperar jamás la decepción,
Hasta que esta llega en su soberbia
A destruir los castillos ilusos
De otra alma inocente,
Esperando ser feliz.

Son cuentos de hadas,
Donde se sufre y luego todo se gana,
Son príncipes fantasía,
Aquellos que ilusionan para nada,
Ya que sin pretensión y perjuicio,
Se quiere ganar un tesoro
Sin contar su valor al mercado…

Matrimonio es un suicidio,
Costes reproches y desperdicio,
Te tiempo, ilusiones y promesas,
Nunca se lía uno si piensa
Que nada es para siempre
Y todo tiene un límite.

Para llorar que canten las ranas,
Que llueva largo y tendido,
Que todo el mal se lleve,
La tormenta y el tiempo,
Que luego llegaran días alegres,
Soleados y esplendidos,
Donde alrededor veras robles,
Jardines y belleza,
Como cada primavera,
Una luce una sonrisa,
Y las ganas de vivir en armonía,
Ya sea sola o en compañía,
A caminar cada día
Con la cabeza bien alta y digna.

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