jueves, 5 de julio de 2012

CONTINUACIÓN DE MI DESCONOCIDA


TIARA

La escuché relatar su idilio con Adela, comprendía cada una de sus emociones, el como se refugió en el afecto de ésa mujer y con todo el echo de sentir que yo no la amara, culpa mía tras tanto tiempo intentando alejarla de mi y que no sintiera por mi algo que no deseaba recibir;  cada palabra en el fondo de mi alma era como armas que me hacían sangrar, aceptaba que era el peso que tenia cargar, no podía juzgarla.

Comencé a pensar en mi pasado, en mis recuerdos y la cantidad de heridas que tuve sangrando durante tanto tiempo y pensé que no deseba repetir lo mismo, que ahora era el momento de recuperar mi tiempo con ella y sacar sombras y fantasmas que crearan dudas e inseguridades, era mi momento de contar lo de Estela.

Pasé unos minutos en silencio, recostada en la pared fría, me dedicaba a mirar el techo y recordar los ratos pasados bajo el mismo con ella y al pensar que las dos mujeres que habían formado parte de mi vida las había tenido en el mismo lugar, algo se me removió por dentro.

Cerré los ojos y suspiré antes de dejar que mi voz sonará acompañada del chisporroteo del fuego, debía relatar yo misma los hechos y no lo que la gente alcanzó a saber con el tiempo, había llegado el momento de revivir aquello que quise olvidar.

-         Apenas éramos unas crías cuando nos conocimos, yo llegué un tiempo después de que fallecieran mis padres, mi abuela se había trasladado un tiempo a vivir con nosotros y ella ya cuidaba de mí, yo no recuerdo gran cosa de entonces, pero si mis miedos y que me faltaban ellos, luego ella arregló todo para trasladarnos a nuestra casa aquí, ahí había crecido mi madre, también mi padre había pasado mucho tiempo a la isla, todo eso me lo contó mi abuela, yo el recuerdo mas antiguo de cuándo llegué aquí, fue estar a la plaza sentada a la fuente mientras mi abuela recibía los buenos deseos de sus vecinos y el pésame por la perdida, muchas miradas posadas sobre mí y de pronto salir de la nada una niña morena de cabellos descuidados y ponerme un collar de margaritas, me dio un beso a la mejilla  a la vez que decía, “sonríe”, apenas pude escuchar su voz pero si se me quedó lo que dijo, por que me giré a mirarla y ella ya marchaba corriendo siendo arrastrada por su padre, para entonces el hombre ya la manejaba a tirones y malos modos. Comencé a verla a la escuela y siempre me acordaba de su gesto, no supo nunca lo feliz que me hizo ese día que me sentía tan sola, supe al colegio su nombre, luego por historias su situación, y siempre sabia que algo malo había pasado con solo mirarla a los ojos, eso ocurría más al llegar a la secundaria, conforme crecía mas hermosa se volvía, era increíble como tanta belleza podía enmarcar unos ojos que embargaban tanta tristeza, yo muchas veces quería devolverle el gesto y que sonriera, en un principio tuve miedo, y luego me sentí colérica conmigo por ser una cobarde, una tarde cuando ya alcanzábamos a los 16 años la vi aquí al faro, sentada alas rocas y mirando con ansia las olas que golpeaban el fondo del acantilado que bordea el faro, me acerqué a ella y la abracé por detrás y le dije que no pensara mas en eso, que no se rompiera más en mil pedazos.

Tuve que tomar aire antes de seguir, tantos recuerdos se me agolpaban con sus emociones que me era difícil ahogarlas, intente recuperar mi persona y seguir, al igual que ella evite mirarla, no quería perder el valor de contar lo que antes no hice.

-         No la solté, aun cuando ella en aquel momento se puso tensa no me separé de ella, siempre he pensado que desde pequeña la quise, pero ahora se que siempre la aprecie hasta verla allí y sujetarla en mis brazos mientras lloraba en silencio; ocultaba su rostro pero a mi no me hacia falta notaba su tristeza y su dolor en el hundimiento de sus hombros, y no quise dejarla ahí sola, me quede a su lado, conversamos del mar, de si tendría emociones, del cielo de si nos mirarían desde lo alto, de lo solitaria que parecía la isla ahí apartada, de nuestra soledad, de nuestros gustos, pero nunca de que sentíamos en esos momentos, así pasaron los días, y ella cada vez se sentaba menos al acantilado, me esperaba en la hierva tumbada escuchando mis pasos, y allí seguíamos conversando, una noche en que hacia mucho calor y su padre salió a beber ella no quiso volver y se escondió al faro, si volvía sabia lo que le esperaba y si no también, pero esa noche no quería estar cuando llegara, no sabiendo que podría matarla y según ella cada vez estaba mas segura que eso era lo que quería. Marché a casa y mi abuela salía a ver una amiga, yo tomé la cena y prepare algunas cosas para llevarme, una vez se marcho, yo me escapé hasta el faro, me lleve un par de mantas, la comida y agua, también unas velas, y ahí nos tumbamos, ella temblaba de miedo a que apareciera y la encontrara, entramos al interior, y con lo que encontramos aseamos el bajo, aseguramos la puerta y al suelo extendimos las mantas, ella se acurrucó a mi y seguía temblando, yo no supe como, pero la besé, no a  la mejilla, sino a los labios, ella no me dijo nada, sólo me miro y yo la abracé temerosa que se alejara de mí, me di cuenta que puse mucho de mi en ese beso y temía tanto que ella me despreciara, que fui consciente que la quería, no como amiga sino como mucho más. Esa noche no dije nada más, ella tampoco, sólo me abrazo y se mantuvo asi toda la noche, dormimos a ratos y yo acariciaba su cabello, y temía que se marchara y no me quisiera ver, apenas amanecía cuando percibí que ella se movía y abrí los ojos, ella sentada a mi lado me miraba, no me decía nada, pero mis ojos estaban en los suyos y en los de ella había algo mas que su tristeza, y su rostro descendió al mío y  me beso, en un principio suavemente, luego las dos comenzamos a dejar salir lo que sentíamos y dimos esa mañana todo lo que no nos habíamos dicho, en caricias, suspiros, risas y miradas, ambas necesitábamos más pero temíamos también ese más, ella marchó con su corazón y su alma más ligero, y esperamos a vernos sino era esa noche seria al día siguiente. A los dos días la vi, su rostro desfigurado, su cuerpo mal trecho, como nunca la había visto, ese día ella vino a mi destrozada por fuera y por dentro, y ese día volvió a mis brazos y yo le devolví su alegría, así estuvimos meses, sin dar el paso, siendo felices con la compañía y el cariño que nos prodigábamos. Una noche yo fui a su casa, su padre pasaría la noche sujeto por agresión a la taberna, la saqué de allí y volvimos aquí, esa noche tomamos la una de la otra todo cuanto nos privamos y nos descubrimos nuevamente, para ella no fue tan doloroso, en cambio para mí me costo contenerme, el dolor me supero muchas veces, ella siempre paró sufriendo por mí, y de alguna manera mas me molestaba que lo hiciera, supongo que era por empezar otra vez a sentirlo, ella hizo que dejara de sentir tanto mi cuerpo y sintiera de otra manera, se desnudo y ardía por su belleza, me rozó me hostigó a gemir y cuando ya no era capaz de estar quieta me tomó con seguridad y fue entonces cuando descubrí que no sentía el dolor de antes. Tras esa noche fuimos cada vez que su padre la pasaba sujeto o tirado algún lado, al recibir mi abuela la noticia por la radio yo ya sabia que ella estaría sola y corría por ella, pero alguien nos debió ver y dijo algo que puso fuera de sí a Jacobo, empezó a apalizarla cada vez que la veía, ella a huir mas seguido de su casa y el enloquecido buscándola, mi abuela varias veces me encerró para evitar que me cogiera a mí también, y una noche al faro apareció allí con los ojos encendidos de odio y cólera, ella arrastrada y casi moribunda a sus pies, casi no quedaba ropa sobre su cuerpo, me miró y supe que era mi turno de ser apaleada, cuando su mano me soltó el primer golpe caí de rodillas, y pensé como aguantó tanto ella, algo en mi cerebro me lo dijo, por que me tenia a mí, me levante decidida a no amilanarme y lo enfrente, quería alejarlo de ella, el me golpeo otra vez y quedé atontada al borde del acantilado y su risa resonaba en mi cabeza, abrí los ojos con la sola idea de salir de ahí y que me siguiera, apenas me alzaba un grito se alzo sobre el mar, su voz y mi mente, ella se lanzaba contra él protegiéndome, un forcejeo inútil y ella salio despedida por los aires sobre mí, mis ojos siguieron su cuerpo, su rostro se quedó grabado en mi memoria, desencajado, asustado y suplicante; me lancé contra él deseando su misma suerte, deseando destrozarle, lanzando todo mi odio y dolor contra él, su cuerpo cayó sobre mí sin sentido, y no recuerdo más, que me sacaron arrastras de debajo de su cuerpo y me llevaron a mi casa, no recuerdo quien fue, solo que me salvaron la vida y nunca me dijeron quien lo hizo. Nunca se probó lo ocurrido por que el cuerpo de ella nunca apareció, y mi palabra en aquel entonces era tan desorientada como mi estado y emociones. Es difícil olvidar al primer amor mas si se pierde de un modo tan trágico y te marca, aunque me agarré a su recuerdo, tu abriste mi ventana y dejaste entrar la luz y la felicidad, cierto que me dolía ser feliz, que me negaba a enamorarme, me aterraba repetir esa historia en ti, temía estar maldita, y no quería recordar lo que era sentirme viva al lado de alguien, pero tu derrumbaste el muro, y todas las razones que me imponía para no volver a ser feliz, luego cuando dejé de compadecerme tras el accidente, tu habías huido dejándome una nota, y supe que mi tozudez y mi negación había destrozado la única oportunidad de ser feliz a tu lado. Más tarde pensé que si tú querías ser feliz conmigo pese a todo y yo fui tonta, ahora tenía que luchar por cambiar eso y sacarme ese velo que he llevado tanto tiempo. Ahora ya tienes la verdad, ella fue mi sacrificio de juventud y mi mayor dolor, pero tu eres mi alegría, así fue desde que te conocí aunque no me lo quería reconocer, solo espero que tu me perdones por empujarte lejos de mi y rendirme cuando tu no lo hiciste.

Abrí los ojos dejando la mirada colgada del fuego y su baile, tras tanto tiempo volvía a llorar por aquel día, y también por que ella no comprendiera o me rechazara, ahora sentía tanto miedo como aquel día, entonces luchaba por mi vida y su muerte,  ahora mi futuro y por ella, hay que ver como cambian las cosas.

Una mano calida se cobijó en el hueco de la mía, baje mi mirada y pude ver como sus dedos se entrelazaban tímidamente con los míos, mi corazón se agolpaba a mi pecho queriendo destrozarme este para escapar de emoción, busqué sus ojos sin dejar de temer que vería en los suyos, y lo que encontré fue tanta ternura y miedo que no pude más que volver a tomar sus labios como la primera vez que la besé….

Algo me golpeo con una fuerza descomunal lanzándome al suelo, si ya de antes me dolía la espalda y las piernas del esfuerzo, ahora me sentía morir, era como si algo me estuviera apretando entera y quisiera destrozarme  entera, no comprendía que ocurría era imposible entender nada, Serena de pie tiesa y sujetándose el cuello como si alguien la estrangulara, la vela parpadeaba por una corriente hasta que se apagó del todo, mi miedo aumentó, yo estaba sujeta por algo que me causaba un dolor tan atroz como el del accidente y a ella no la veía ya por la oscuridad, ese algo me libero para usarme como un balón de fútbol al que patear con rabia, así llegué al fuego que alumbraba una parte de la estancia, y cuando abrí los ojos otra vez una sombra con forma humana se alzaba sobre mí y sostenía a su lado pataleando a Serena, si antes era miedo ahora era terror, me enfrentaba a algo desconocido lleno de odio y sin posibilidad de salir de ahí, menos de llegar a salvarla, ahora solo quería gritar y ni la garganta me dejaba, se cerraba por las arcadas tras ser molida a golpes en unos segundos.

Otro golpe me lanzo contra el mismo hogar y note el calor ardiente en mi espalda, una corriente atravesó la estancia, arrojó una llama desde el hogar a la vela, esa corriente, mi mente ya predispuesta a estar ante un espectro malvado, indefensa y con todo algo devolvía la luz a la estancia, apagaba las llamas de mi ropa y algo fresco me rodeaba alzándome, una forma oscura se alzaba en medio del bajo, no era sólida pero si tenia forma humana, de pronto la voz de Serena casi extinta del miedo y el daño que ese espectro le causaba se escuchó presagiando lo peor…

-         No padre, suéltame, tu no tienes derecho a entrometerte ni lugar ya entre los vivos, déjame, no sigas como cuando viviste, ¿no te das cuenta?.

Se la escuchaba aterrada, me pregunte si estaba lucida, si en verdad pensaba que eso era su padre, y por otro lado tras la demencia del mismo, me pregunté sino seria verdad.

El cuerpo de ella fue zarandeado y un bramido retumbo al faro, me quise lanzar a cogerla y sacarla de sus garras, si es que tenia alguna posibilidad, intente moverme pero mi cuerpo estaba tan adolorido que ni me sostenía, algo distinto me sujetaba con ternura, tardé en darme cuenta, busque a mi alrededor temiendo encontrar algo tan horroroso como ese ser, pero algo dulce me acariciaba, sentía alivio en las corrientes frescas que me recorrían y una especie de paz, algo me hizo pensar en un ángel.

“tranquila cariño, ella estará bien, ahora es mi turno darte todo cuanto tu me regalaste y liberar este lugar del mal que se cierne, se acabó la pesadilla del pasado, ahora toca vivir con las mimas ganas que ella ha luchado por ti antes y ahora, pues lucha por que no te dañe, y no lo va hacer mas, ahora estoy aquí como tu estuviste para mí , ¿recuerdas?

Esa voz dulce y apaciguante me recorrió entera como una caricia de agua salada, y los recuerdos dulces contenidos en mi memoria desde otro ángulo de percepción empezaron asomar a mi mente, era como verme desde fuera… Era como verme  desde los ojos de Estela. Y fue cuando reconocí en el fondo de esa canturreo su voz pero sin ese pesar de antaño, ahora se la escuchaba clara y firme, con tanto amor como entonces y me sentí eufórica al pensar que no estaba sola para proteger a mi chica del espectro de su padre.

Como si la habitación pasara ante mi como un relámpago me encontré sentada al catre y acto seguido una forma clara entre agua y viento formo una figura mas femenina ante la gran sombra, sujeto al monstruo y lo mantuvo dominado, sus formas se difuminaban por instantes como si una guerra de poderes se estuviera desenvolviendo sin casi dar señales mas que del cambio de presión a la estancia o la luz d la vela, de pronto una mayor corriente vino del techo y la forma femenina, Estela creció y de pronto el otro quiso huir pero no se lo permitió, el hogar comenzó a arder con furia, pensé que todo ardería, pero este creció desmesuradamente sin dañar la estructura y las llamabas se abrieron a ambas lados como si fuera un camino,  una llamarada se expandió hasta ambos y agarro al espectro, mientras sus alaridos retumbaban en las paredes y techos; Serena tumbada al suelo encogida se deshacía en espasmos, estaba tan aterrada que lloraba, a mi las lagrimas también se me escapaban pero era tanto lo que estaba sucediendo que me era imposible precisar ya la razón, conseguí dejarme caer al suelo y arrastrarme a su lado, la abracé y sin dejar de mirar observe como la otra llamarada se cernía sobre el espectro y  tiraban de él hacia el hogar, como si fuera la boca del infierno y unas cadenas lo forzaran a ir allá, Estela todavía seguía unida a él hasta que en un gran grito del ser ella lo dejó ir al fuego y poco a poco se volvió a consumir dejando sólo las ascuas, el espíritu de ella seguía, su tamaño ya no era tan imponente, pero seguía ahí a mi lado, y volví a notar su contacto de algún modo percibí que también sanaba a Serena, o eso creía yo.

“estará bien, Tiara, no dejes de ser feliz, mi tiempo pasó, pero el tuyo sigue siendo esta vida, disfrútala y se tan feliz con ella como lo deseas, no retrocedas al dolor, eso ya nada tiene para ti, deja que tu corazón siga cariño”

después su voz se apagó y las mantas cayeron a mi lado, lo cuál me permitió echarlas sobre ambas y abrigarnos más, no me atrevía a prender el fuego de nuevo, tampoco tenia fuerzas, me era imposible creer lo sucedido, con todo sabia que no era una locura ni un sueño, me abracé a Serena que respiraba con calma y no me separe evitando dormirme, mi cuerpo me lo pedía del mismo dolor y agotamiento pero tenia miedo de que volviera a atacarnos, no sucedió, amaneció despejado, pero no me levanté, esperé a que ella despertara.


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