domingo, 29 de julio de 2012

PARTE III



PARTE III

al dia siguiente amaneció con ojeras y agotamiento, se suponía que había descansado toda la noche, su doncella le reprochaba su mal aspecto y  se afanaba en maquillarla y ocultar las señales de malestar de la misma en su rostro, como supuso volvía a ser elegida para acompañar el desayuno del Califa.

Al igual que el día anterior fue guiada con menos ostentación a los jardines, esta vez el Califa aparecía sentado al lado de Janaana riendo y bromeando como si fueran amigos de toda la vida, a ella no se la escuchaba pero algo en el interior de Shamsir se removió con la escena, un cierto deje de tristeza se acomodo en su pecho.

Al igual que el día anterior se acomodó al lado del Califa y esperó su indicacion, ésta no llegó y cabizbaja esperó a que llegara su ocasión de cumplir con las peticiones, el hombre se volvió a observarla y sin previo aviso alzo su rostro con su mano y besó sus labios ante Junaana, Shamsir azorada por la inesperada acción del Califa temió que este pretendiera poseerlas a ambas ahí mismo, Junaana retiró su mirada para no ver las atenciones amorosas del Califa sobre Shamsir, la situación se volvía violenta para esta ultima.

Él se acomodó en su lugar esperanzo que ella iniciara su lectura y con un gesto concedió su beneplácito para que comenzara, a su voz se único los acordes de Junaana, esta vez manejaba un violín, un instrumento de occidente que ya tiempo atrás tenía mucho éxito en la composición y los palacios de aquellas tierras.
Escuchó su música conmovida y dejó que su voz se dejara guiar por el trasfondo dulce de la tonada, el Califa se relajó tanto que el sueño le venció, los ojos de ellas se encontraron y de igual menara se eludían cada vez que chocaban sus miradas, hasta que tras un ronquido profundo el amo despertó y las despidió con su cortesía habitual, el temor de ser festín sexual del hombre, pasó a un segundo plano, ahora temía que el mismo descubriera la atracción que ella sentía por su preferida.

A la vuelta, Junaana paró indecisa frente al mismo lugar que el día anterior, desistiendo de entrar y disfrutar de esos momentos únicos, se volvió y continuo con el recorrido de regreso, una vez atravesaron las puertas al harén la guardia las abandonó, sus eunucos personales las aguardaban pacientes a la entrada para acompañarlas a sus aposentos y atenderlas como de costumbre, ambas iniciaron la vuelta, esta vez para sorpresa de Shansir, la otra no se marchó hacia sus  habitaciones, la acompañó hasta la puerta de las propias, allí la invitó a pasar su tarde a los jardines del este a ve el atardecer, si lo deseaba podrían disfrutar de una cena al aire libre, anonadada por la petición aceptó, una vez sola su nerviosismo sobre que ponerse y si debía ir realmente la tuvieron buena parte del día deficiosa, por alguna razón el salir a ver el amanecer a su lado bajo su invitación se le antojaba un momento especial, al que tenia que presentarse adecuadamente arreglada, por supuesto sin excederse.

Apenas apuraba los últimos momentos del día antes de reunirse con ella en sus aposentos se acobardo con la idea de que ella se sintiera insultada con su atuendo, hasta ese día jamás se preocupo por arreglarse excepcionalmente para alguien y esa situación era completamente nueva para ella. Realizó el camino para presentarse ante ella con la cabeza gacha y su resolución insoluta y temiendo decepcionar o ser despreciada por sus esfuerzos de agradarla…

A las puertas en vez pasar al interior se le indicó que esperara allí mismo, algo que la incomodó sobremanera, sentía que fuera a ser despedida después de llegar y no verla. La espera también conmociono su lado oculto con pesarosas ideas de que ella se encontrara enferma y su preocupación por estar esperando al umbral en vez al interior de la entrada la mortificaron mucho más de lo que nunca sintió en su vida.

No comprendía que la impulsaba a sentir tantas cosas tan contradictorias por esa mujer, tampoco sus inseguridades, nunca padeció por nadie y mucho menos le importó el rechazo, siempre supo que tenia un corazón que le permitía percibir la sensibilidad al arte y disfrutaba de toda la belleza en su esplendor o surgimiento de sus cenizas, sin embargo siempre supo que nunca tuvo un corazón dispuesto a amar, que podía ofrecer todo afecto carnal pero nunca el amor que pudieran esperar, pero pensar en esa mujer rompía todas las tablas y mandamientos sobre si misma que ella creyó siempre.

Los velos que hacían de cortina fueron retirados dejando paso a su anfitriona, a Shamsir se le congeló el aliento y su temperatura subió varios grados haciendo transpirar, algo en su interior le decía que sino se controlaba se pondría en evidencia y por otro lado que acabaría sufriendo un mareo si no tomaba aire urgentemente…

Una única palabra le vino a la mente solo verla, Diosa, nunca hubo una definición mejor y de mas alto precepto que pudiera describir tanto su belleza como sus talentos, y con esa palabra algo dentro de si se deshizo en una calidez que la embriagó de júbilo, pasó ante sí abriendo la marcha hacia el destino predestinado por ella y la siguió manteniendo su vista a los pies de ella y disfrutando de su caminar suave y cadencioso.

Ambos eunucos las siguieron, portando cestas y parasoles amplios, se podría decir que más bien era un toldo transportable para ese tipo de ocasiones, mientras la seguía Shamsir pensó si este tipo de salidas serian habituales en ella o lo haría por estar ella confiada a su compañía, también si lo cumpliendo con un protocolo o quizás por obligación o por el contrario con placer de disfrutar de la compañía, sus pensamientos realmente eran un caos de incertidumbre y dudas.

Dos grandes puertas forjadas en cobre imponían a sus visitantes una admiración y estupor por su tamaño que empequeñecía sus personas, creando cierto temor a lo que les esperara al otro lado, un guardia la custodiaba y el eunuco de Junaana se presento ante el mismo, siguiendo el protocolo y respondiendo a las indagaciones del mismo, finalmente se les concedió el paso confirmando su permiso con un brazo en algo, automáticamente las puertas comenzaron a chirriar y temblar antes de asomar una rendija que indicaba que estaban siendo abiertas desde un punto oculto para sus ojos, esperaron pacientemente hasta que las mismas dejaron de moverse antes de continuar hacia el otro lado, y lo que la esperaba allí, era inesperadamente una maravilla, algo impensado para si misma teniendo en cuenta que las tierras de arabia eran yermas.

A su mente acudieron fragmentos de las historias fantásticas de dioses y sus campos Eliseos, la belleza y esplendor irradiaba por doquier, los aromas te impregnaban el olfato a la distancia, alzó su vista a los techos descubriendo unas estructuras que cubrían casi toda la parcela dejando espacios como senderos, las estructuras sujetaban telares que daban sombra a buena parte de las plantas evitando el sol severo sobre ellas, alrededor de las estructuras se extendía unas columnas que sostenían un acueducto de cáñamo, el mismo tomaba agua de un pozo cercano del que se extraía por una rueda el agua, la cual era impulsada otra mas grande de la que tiraban unas mulas, en esos momentos descansaban a las cuadras improvisadas o construidas ahí mismo para no buscarlas desde un punto mas apartado, al centro de tanta belleza  una fuente con un caballo esculpido levantado a dos patas adornaba majestuosamente tanta plenitud de vida y verdor, era como abrir puertas a un oasis pero sin sus palmeras, el califa debía de ser un hombre excéntrico con la foresta, la mente de Shamsir era incapaz de abarcar que dicho hombre pudiera poseer rasgos buenos a fin de cuentas.

Junaana no se movió de su lugar, mantuvo todo el tiempo su aire despreocupado mientras sentía ese glorioso triunfo en su persona por haber sorprendido gratamente a la muchacha con semejante espectáculo de belleza natural, sospechaba tras verla al jardín y presenciar su sorpresa y fascinación del principio que traerla allí seria algo igual de agradable para su persona, pero disfrutar de ese gesto de fascinación y felicidad ante las flores, reconocía para si que era como ver a una niña pequeña ante su primer vestido de cuencas para un baile, el regocijo de Shamsir y emoción llenaban a Junaana de dicha y no dudo de tomarla de la mano y echar a andar  por entre los paseos del jardín hasta una explanada en donde se podrían acomodar juntas, mientras la dejaría a su predilección pasear y disfrutar del lugar y ella pintaría y la observaría.

Los dos hombres montaron diligentes las alfombras y cojines en donde acomodarse, el pequeño toldo con el que protegerse si el sol las alcanzaba y en la cesta mantuvieron la sorpresa final para la cena, comprobó como tímidamente ella se sentaba a su lado sin atreverse a salir por su paso a recorrer todo el espacio libre, colocando una mano a sus omóplatos la empujó para que se alzara y le indico con su otra mano que saliera a pasear, la chica dudo pero ante su insistencia siguió su invitación y marchó como una brisa a la que sujetan y ansia la libertad dichosa por conseguirla.

Shamsir no cabía en su regocijo, de  un lado para otro todo tipo de flores de múltiples colores y aromas, rosas, narcisos, tulipanes, claveles, pensamientos, lilas, dalias, crisantemos, e incluso muchas cuyo nombre desconocida, al llegar a una sección leyó, “peligro, plantas venenosas”, sintió curiosidad a su vez temor de que fuera una zona prohibida, una mano sujetó su cintura provocando que saltara a un lado retirándose a la defensiva, no pensó en quien pudiera ser, sólo que alguien la tocaba, Junaana la observo desconcertada pero sin dejar d sonreírle con dulzura, era una sonrisa casi pudorosa de las que dudan si asomar al rostro o volver a su gesto adusto, verla sonreírle así hizo que se relajara, y se colocó a su lado de nuevo disculpándose por su reacción, la otra no le respondió, pero si tomó su cintura y la guió por ese jardín oculto a un extremo bien lejano del resto, cada sección  contenía plantas de ciertas zonas que ni escuchó nombrar en un pasado, escuchó las explicaciones de Junaana con su voz suave y aterciopelada, mientras estaba concentrada en la información de la sección que le mostraba, era difícil sentirla tan cerca de su cuerpo con tanta confianza por su parte y no desear dar un giro e interponerse en su camino y besarla, cuanto más lo consideraba más temía llegar a ultrajarla y dejar caer los mandatos de las damas sobre sí por no saber contenerse y mantener su palabra de no transgredir más en la convivencia del harén y las relaciones del mismo, debía evitar que no cayera mas sobre si la condena y el odio de ellas, podría verse envenenada por alguien o marcada de un modo desfigurados, como a quien le tiran aceite hirviendo. El miedo le privaba de actuar con su atrevimiento y descaro, le impedía dejarse llevar por sus instintos y en cierta manera se sentía atrapada en una jaula emocional, en cierta manera sentía desdicha por mas de una razón, pero no permitiría que nadie lo descubriera.

El recorrido fue breve, el sol comenzaba a descender y eso significaba que llegaba la hora de cenar,  volvieron ligeras al lugar donde las esperaba sus objetos y allí tuvieron una desagradable sorpresa, una cobra se había enroscado al lado del lienzo de Junaana, y dos mas cascabeaban a la salida del rincón en el que se acomodaron, Shamsir las observó desconcertada que fueran tres y no una, esos reptiles no se movían en grupos eran seres independientes, en pocas clases crecían agrupadas, esto era una trampa, un intento de dañar a alguna de las dos, o vengarse de ella por sus actos de los últimos días.

No se lo pensó mucho tiempo, colocó a Junaana tras de sí protegiéndola, algo cayó a sus espaldas,  se volvió y descubrió otra cobra rabiosa , algo le hizo mirar hacia arriba y descubrió un cierto peso justo encima del telar que las cubría, una certeza le vino al a mente, alguien intentaba deshacerse de ellas o de una de ellas, arriba había una cesta llena de más víboras que seguirían cayendo, miró a su alrededor con resolución, no las podría tocar pero algo habría que las ayudara a retirarlas sin peligro, y ahí vio que una caña clavada al suelo sostenía una de los rosales, se sacó parte de su atuendo, echándolo sobre la cobra de su espalda para que esta no pudiera ver ni atacar, era mejor desconcertarla  que permitir que se moviera con mas agilidad contra ellas, Junaana hacia esfuerzos por evitar que se alejara de ella, sus ojos abiertos con un terror que rayaba la locura y la necesidad de salir corriendo, solo su cordura y el no dejarla ahí sola evitaba de que sucumbiera a ese impulso.

Con rapidez arranco la caña, la colocó frente así  igual que si fuera un sable rozando las arenas, rodeando su lugar de descanso llegaron frente a las otras dos, estas se alzaban amenazantes, lanzó estocadas con la caña hasta que una de ellas retrocedió, dejando algo de espacio, no era suficiente, pero tendría que servir pensó Shamsir, rodeando por la cintura a Junaana la coloco en avanzadilla y siguió manteniendo la atención de la cobra sobre sí, insistió a Junaana de que corriera y marchara, que estaría bien, ella se negaba y hasta que no comprendió que sólo una podría salir y pedir ayuda, no tomó impuso de saltar y correr como el viento hacia las puertas, debía darse prisa, dos cobras mas cayeron y pronto habría alguna que le sería imposible ver a tiempo, no se equivocaba cuando percibió el peso de algo escurridizo a su espalda y un mordisco bajo el brazo derecho…

En un ultimo esfuerzo corrió lanzando la caña contra las dos cobras que impedían que saliera y se alejó todo lo que pudo, se quitó la ropa que cubría la mordedura y bajo los temblores que ya la atacaban cayó a medio camino de salir del jardín, bajo la mirada borrosa por el veneno pudo distinguir que volvía ella con alguien más llamándola, luego todo se volvió oscuro y lejano y notó un golpe seco en su cuerpo, después nada.

El rostro de Junaana se descompuso en una marca clara de dolor y desesperación al ver caer a Shamsir sin que llegara a responder a su llamada, tuvo la certeza de que no consiguió salir indemne, enseguida manto al muchacho que seguía a los dos guardias al harén, que avisara del veneno de cobra a las damas, era consciente que por los múltiples atentados en tiempos pasados ellas manejaban antídotos así como a un especialista en curas y medicina, el chiquillo corrió con el mismo miedo al rostro, sabia que alguien pagaría con su sangre si una de las mujeres del Califa fallecía bajo circunstancias sospechosas, no se equivocaba…

Al llegar a su lado, los guardias primero comprobaron su estado, y  uno de ellos desenfundaba su sable y decapitaba a los repetibles con puro enojo, la voz de Shamsir tartamudeaba mientras repetía con dificultad unas palabras, ambos nos acercamos dudosos de comprender….

-         Serpientes del cielo, cesta a lo alto, asesino….

El guardia me observó incrédulo, no estaba seguro hasta que ambos miramos a lo alto y comprendimos lo inconcluso de sus palabras, todos los telares se movían bajo el movimiento de la brisa, excepto el que estaba sobre nuestro asentamiento, ese colgaba con un peso que evitaba que se meciera…

Alce la vista y de tres o cuatro que habían antes de marchar llegue a alcanzar cerca de diez, el guardia exclamo a su compañero de que se retirara, le señalo el punto y el otro comprendió perjurando contra las víboras y su dueño. Busqué en su cuerpo descubierto la mordedura y era peor de lo pensado, no estaba a las extremidades donde se podría extraer con suma facilidad, sino bajo su brazo al costado del seno, entrando en su sistema, si pudieran extraer parte del veneno, podrían salvarla, sus pensamientos giraban
sobre esa idea, evitando la mas nefasta, no se atrevía a concebir perderla en esos momentos y no de ésa manera, estaba dispuesta hacer pagar a quien perpetrara dicho ataque dañándola.

Sus labios se posaron desesperados sobre la herida, insuflando con fuerza, apenas percibía el gusto amargo lo escupía repetidamente y volvía a repetir el gesto, bajo la mirada atenta de ambos guardias, si el veneno pasaba a su metabolismo no seria tan fuerte  pues ya estaba diluido y lo escupía, ésa era su única idea, hasta que uno de ellos tras tres o cuatro veces la retiró de su cuerpo y la alzo, corriendo hacia las puertas donde ya se divisaba al muchacho y a una mujer cubierta de telas brillantes, corrieron a su vez evitando agitar su cuerpo, al llegar el niño ya había extendido una colcha al suelo, allí la pusieron, bajo ésta había una camilla de mimbre, la mujer anciana tomó el pulso de la joven, buscó la herida y realizo el mismo acto de Junaana, justo entonces uno de los guardias avisó de que ella ya le había extraído casi todo el veneno que quedara a la mordedura, la mujer asintió mirándola curiosa, luego se centró en colocarle una cataplasma sobre la misma, indicó que la alzaran y siguieran, la llevaron a los mismos aposentos de las esposas, Asalah esperaba aprensiva, le fue relatado por Junaana bajo que circunstancias había sucedido todo, ella asumió al igual que el resto, un atentado a plena luz del día, seria difícil hallar huellas con las que seguir al causante.

La anciana molía unos polvos a un cuenco y añadía agua, pidió de que se la incorporara, así lo hicieron, Shamsir no tragaba, así que se le introdujo un canuto hasta su garganta para deslizar el liquido a que anularía el veneno, aquel que ya entró a su sistema y órganos debían tratarlo de otra manera, así lo anunció con cierto pesar, con todo presumió de ser optimista pues los actos de Junaana para salvarla puede que sean los primordiales para que siguiera viva, la mujer la observó atónita, la anciana se rió con descaro y explicó que nadie se atreve a beber veneno si esa persona no le es importante y ahí radica a veces la diferencia de que muchos mueran y otros vivan, lo que les importe a otros y lo dispuestos que estén a arriesgarse, Junaana retiró su mirada de la mujer y se volvió hacia la joven, reconociendo que se había expuesto por ella, y para no exponer su posición explicó que si ella pudo avisar fue por el como la protegió la joven, ahí todas las miradas se volcaron sobre la convaleciente, ya no tenían palabras, solo agradecimientos, todas sabían cuan importante era Junaana para el Califa, era la única capaz de aliviar sus pesares con su compañía y belleza.

Además, solo las dos esposas conocían un secreto que acomplejaba al señor y podria poner a prueba su hombría si se supiese, el hombre era sabio, bien posicionado y sobretodo hábil al mercado, varios de los mejores corceles del principie del arabia, llegaron de su mano y negocios, tenia muy buen ojo para los purasangres, también para las mujeres, la esposa del mismo principie la halló él mismo en uno de sus viajes, en muchos de ellos exportó la frondosa superficie del este, en donde habían urdido la trampa. Por desgracia nunca fue buen ver al Islam, que un varón gustara de jóvenes de su misma condición, afeminados, eran una desgracia y deshonra para sus familias, algunos entraban a ser eunucos para no ser decapitados delante de sus familias y conocidos, la vida para ese tipo de hombres era muy dura a sus tierras, muchos marchaban lejos alegando otros propósitos.

La razón de que poseyera el harén, era por diversas razones, una gustaba de la belleza femenina y su compañía, otra para mantener a la vista su hombría, y también para salvar a algunas a las que percibía ciertas cualidades de un harén en el que se las excluya del derecho de adorar la vida con sus talentos y a su señor con los mismos, y Shamsir, sabia de aves, de idiomas, comprendía la belleza y su voz era un don de Alá, así como su gran belleza. Pero ninguna mujer entraba a un harén y era olvidada, los rumores recorrerían pronto las dunas y se dudaría de su virilidad, además todas debían pasar por su lecho y llegar a engendrar algún heredero y si se la elegía para ese fin, nunca seria con daños, el hombre era dulce por naturaleza, aunque ella todavía no lo comprendiera pues era natural, que muchos tomaran a sus hembras como una posesión sin sentimientos, objetos para darles gozo. Sharif, era una excepción en ese mundo en muchos aspectos.

Junaana quería a la muchacha, estaba claro, se le veía a los ojos, era algo que había percibido esa mañana que llamaron a Shamsir, le esperaba un castigo más severo del que se le impuso, la favorita apareció antes del amanecer solicitando su tutela y que fuera un secreto para el resto del harén, se le expuso sus faltas antes de tomarla a su lado, y acepto sus faltas responsabilizándose de ella, la sorpresa de Celina por su atrevimiento sabiendo que Setar era su compañera, creo cierta curiosidad en la misma, con todo no dejó de guardarle rencor.

Asalah se preguntaba si alguna mujer del harén tendría algo que ver en este ataque, y decidió mandar a sus doncellas excluirse de amistades e investigar a todas cercanas o secundarias hasta realizar un registro, así como de los eunucos bajo al servicio de cada una y aquellos que se hallen a la espera de una señora.

La anciana ungió a la joven mientras el Califa fue informado del ataque, recibió el aviso de que se presentaría a sus aposentos en minutos, Sharif nunca ponía un pie allí, para el eran tierras vedadas, solo si algo serio sucedía haría presente su persona, el suceso había causado un gran revuelo, varias de las mujeres acudieron a interesarse, Celina las mantenía en calma, le era incomodo estar ahí tras sus diferencias, temía que se la culpara, también la encolerizaba que pudieran dañar a Junaana tras la primera vez que falleció su doncella personal, un duro golpe que provocó retirar todos los alimentos del día y analizarlos en busca de mas ataques, solo la cocina privada de las esposas estuvo libre de sospechas, y por ello se alimento a todas las mujeres desde allí hasta nuevo aviso.

Sharif entro sin hacer ruido, caminaba sin guardia ni consejeros, sin compañía alguna, tras de si a cierta distancia se mantenía Celina, lo recibió y acompañó hasta sus aposentos, las puertas al exterior se cerraron y todos los criados, eunucos y doncellas salieron, solo la anciana quedó relegada a un rincón de las estancias, pendiente del cuerpo de la joven, al lado de la misma postrada y con la mirada baja estaba Junaana, él la observó y comprendió, me miró esperando una afirmación y la recibió con cierto pesar, tras recibir el informe de los hechos y mi investigación su mirada se volvió acerada, anunciando que quien fuera no seria juzgado bajo la ley del harén, sino bajo la suya, a Asalah la sangre se le congeló, y rezó por que la joven se recuperar pronto.

Sharif se retiró de su esposa, posó su mano sobre Junaana, esta acepto su apoyo con un gesto sobre su mano, la mujer no ocultaba su pesar, le explicó que estaba viva por ella, el califa asintió admitiendo que había sido informado, ella guardó silencio por un instante y luego le expuso que ya que el ataque había sido perpetrado contra las dos, ella deseaba tomar en sus manos el destino de su atacante, él insistió que el juicio era su derecho y poder, ella que la venganza estaba en su razón, sus vidas por las de sus atacantes, ellos no tuvieron escrúpulos ni ella tendría piedad, la situación se volvió tensa para todos los presentes, él accedió, y todas temieron el odio de esa mujer. Ninguna pensó llagarla a ver dispuesta a todo.

Sharif exigió informes a cada hora, lo primero que recibió que dependía de si pasaba de esa noche si viviría o no, las fiebres eran altas y los baños con hiervas eran constantes, la primera orden de Asalah fue la del aislamiento, se repartirían frutos secos para la noche, pero nadie debía pasear excepto su servicio por los pasillos.

Las horas fueron largas y duras en las habitaciones de Asalah, dejó a Haala atenta a los informes del servicio, a Celina pendiente de los informes de Sharif y ella junto con Junaana se ocuparon de todo cuanto precisara la anciana para el cuidado de Shamsir, tuvieron que refrescar el ambiente para que la respiración no fuera tan pesada, fue complicado pero hallaron la manera, colgaron bloques de hielo a un extremo del dormitorio y pidieron a dos eunucos que lo expusieran al roce de corrientes de aire, incluso los mismos se dedicaron a abanicar sobre el mismo removiendo el aire alrededor del hielo y la habitación fue bajando su temperatura gradualmente, al estar en el centro no eran tan frescas como las que se exponían a los puntos de corrientes y accesos, continuación así toda la noche, los cambios de temperatura de la joven obligaba a parar y cubrirla o volver a bañarla, las cataplasmas eran sustituidas cada media hora, y cada hora se le administraba líquidos, Junaana no se separó de ella, y en todo lo que hubiera que hacerle ella ayudaba, la anciana cada vez la miraba con mas ternura y recordaba con cierta dulzura un caso ya lejano con Asalah, fue salvada por Celina, para entonces las dos se apreciaban mucho, momentos difíciles que las unieron todavía mas.

Al llegar el amanecer, el toque de queda seguía vigente, habían arrestado a varios disidentes a sus ordenes y enviados bajo la vigilancia real, ante el mismo Califa, el mismo no dio informe alguno respecto a sus averiguaciones, prudentemente, esperaba  a saber el resultado final de los esfuerzos de ésa noche.

Las fiebres comenzaron a ceder bajo el alivio de Junaana, sin embargo ella no despertaba y eso era lo que realmente inquietaba a la anciana, hasta que el sol no estuvo alto indicando el medio día, los ojos de Shamsir no se abrieron, lo primero que vio la muchacha fue el rostro ojeroso de Junaana y la mirada atenta de Alasah que la acompañaba a unos metros, le hicieron beber un brebaje amargo y verde, volviendo a caer después dormida, ambas mujeres se fundieron en un abrazo dichoso, el alivio que experimentaron no tenia medida, enseguida anunciaron la buena nueva al Califa, Celina corrió presurosa a comunicárselo, el hombre la miro sin embargo con cierto pesar, se sentía feliz de su recuperación, pero algo había que le causaba gran pesar…

-         Setar es tuya, ¿cierto? Te acompaña y aprecia, es fiel a ti, esos son mis informes.

-         Así es Sharif.

-         ¿Tuviste algún tipo de implicación?

-         ¿implicación?

-         El ataque Celina, ya tengo los informes y movimientos en los últimos días, Shamsir a vivido estos días por pura fortuna, supe del encuentro entre ambas, de tu enojo, de su vergüenza y la osadía de Shamsir.

-         Respondedme claramente, ¿atacaste tú a Shamsir?

-         No, Sharif.

-         Repudia a Setar, Celina o entrégala tu misma. En tus manos lo dejo, me comprometí a no dar justicia yo mismo, vuestros enredos bien sabes que no los tomo en importancia, siempre cumpláis con vuestro cometido, pero no consiento estos actos que desestabilizan la seguridad a mi casa. Si no la repudias se te concebirá como implicada, ella te deshonra Celina, con este acto te puso como alguien sin juicio, sobrepasa tu poder y se oculta tras tu persona, realmente considera si esa mujer vale la pena, independientemente de si la quieres, yo pienso lo siguiente, alguien que esta al lado de otra persona, respeta por encima de todo su persona y decisiones, la protege, cuida, y respeta, pero ella rompe las tres reglas al exponerte a un posible asesinato, da gracias de que la muchacha ya esta fuera de peligro, te doy dos días, informaré a Asalah, pero recuerda que hasta que tu cumplas con tu deber lo que esa mujer haga queda a tu responsabilidad, tengo entendido que Junaana cumplió con Shamsir, así que nada tienes que reprocharle, después de compensarte tal y como tú deseaste, pero esto va mas allá de una rencilla, lo sabes bien. Retírate.

-         Que la paz este contigo Sharif.

-         Y contigo Celina.

Al volver Celina, fue recibida por Asalah, ambas se retiraron apenas llegó, el rostro ceniciento advirtió a Asalah de que algo grave sucedía, veía conmocionada a su hermana y sufría de pensar que podría ocasionar tal dolor, la verdad fue mas que dura cuando recibió la noticia. Miró con dureza a su hermana.

-         Dime hermana, ¿en verdad ignorabas sus actos?

-         Nunca pensé que fuera capaz, la culpa fue mía, fui muy dura con ella, yo he causado el daño indirectamente,  la empuje con mi rechazo e ignorándola, no le conté lo del retrato, para regalárselo cuando el daño hubiera pasado, quería evitar que el rencor aflorara en cada momento y lo que he provocado es la venganza por su parte.

-         Debiste pensarlo mejor, pero la verdad, ella es responsable de sus actos, sus decisiones y razones, son suyas, tu pudiste imponer aquel día, pero comprendiste los deseos de Junaana, nunca viste ese brillo en su mirada, igual que yo nunca viste que nada la motivara a exponerse así con nadie, eso te hizo recular en tu rabia.

-         Sí, pero Setar no comprendió ni creo que llegue hacerlo, ella pudo dañar a Shamsir y tuvo miedo de hacerlo, miedo a que cayera el castigo sobre si, al menos eso me dijo, pero pienso que tuvo miedo de que confiara en ella, pensó que la acusaría de celos o algo, por admirar la primera noche la belleza de la joven, y me pregunto ahora, hasta donde fue involuntario y hasta donde fue consentido….

-         Esa respuesta la tienes aquí a la habitación de al lado, Junaana las vio Celina, pero nunca quiso interponerse, pues supo que no la creerías.

-         Te lo contó sí.

-         Tras reunirnos con Shamsir, tu marchaste y ella volvió a mi. Confesó el haberla estado observando, esperaba intervenir antes, pero no pudo expone a Setar descubriéndola ella misma y avergonzándola, prefirió callarlo y ayudar a Shamsir protegiéndola y estar mas cerca de ella.

-         Por Alá, me enamoré de una víbora.

-         Y con víboras mata hermana.

-         Repúdiala, yo me ocuparé del resto.

-         Reúne a todas a las termas, están lejos de aquí.

-         En dos horas Celina, ¿tendrás tiempo para reponerte?

-         Del odio no se, del dolor ya nada siento, del amor, ya solo me queda frío…

-         Ése frío algún día se volverá calor, solo fue una mala elección.

-         ¿Sólo mala?

-         Pésima. Te dejo, he de volver, que la paz este contigo.

-         Ve en paz hermana.

Asalah regresó, horas mas tarde acudió a las termas y presenció el repudio de Celina, las acusaciones y el arresto de Setar por los dos eunucos a los que se les encomendó dicha tarea, con ellos marcharon la doncella y el eunuco, serian desollados a latigazos y retirándoos del harén, ella en cambio, era algo impredecible, dependía de la misma Junaana.

Al volver encontraron a Shamsir bebiendo agua, a Junaana durmiendo a su pies, así que decidieron esperar a que ella despertara y anunciarle los sucesos, no era fácil, Setar llevaba con ellas dos años, reconocían de su mal talante y envidia, nunca se concibió que pudiera llegar tan lejos.

-         Shamsir me gustaría preguntarte de algo si estas en condiciones, se que no es el mejor momento, pero me corroe algo por dentro y necesito aclarar de lo que sucedió a las termas cuando todas dormían la siesta.

-         Yo la tome Celina, no creo que haya nada mas que decir.

-         Si lo hay, aunque no te lo parezca, ¿ella se resistió o negó?

-         No, ni siquiera me habló, solo acepto mis atenciones, los disfruto casi como una virgen me sorprendió, pero como ya dije, yo la tomé.

-         Actuaste tal como tu eras siendo libre, pensando en tus mismos términos y ella no se impuso, no se negó, si se resistió, por lo tanto te libero de toda culpa y te pido mil disculpas por lo sucedido, soy culpable por impulsarlo con mis actos hacia ella.

-         No comprendo.

-         Veras Shamsir, lo que intenta decir mi hermana, es que lo ocurrido al jardín fue perpetrado por Setar, ha sido repudiada y entregada al Califa, y Junaana tiene en su poder su destino, por atacaros, todavía ignora quien fue la causante, esperamos a que despierte.

-         No esperéis mas, estoy despierta, y solo decir que esa noticia me partencia recibirla yo primero.

-         Lo sabemos Junaana pero me temo que Celina siente cargos de culpa por lo que hizo Setar.

-         No me importa sus razones, ni sus responsabilidades, ella actuó como actuó buscando matar, y eso es lo único que yo considero, no solo a ella Asalah, a mi también, no le importaba quien pudiera salir dañado mientras la matara, para mi eso no tiene perdón ni cabida, lo siento, no la matare, pero deseara que lo hubiera hecho.

-         Comprendemos, que Alá este con ambas entonces, sólo espero que en un futuro tus decisiones no te atormenten.

-         Lo dudo.

Ambas mujeres marcharon, a Shamsir se la traslado a la sala de Junaana hasta que se recuperara, los guardias se asegurarían de que nadie la molestara, a la semana Shamsir ya caminaba a su lado, se dirigían esa mañana a cumplir con Sharif, antes de marchar el Sharif consulto sobre la condena de Setar, esta le dijo que esperara una semana mas, que recordara las celdas pues de seguro le parecerían en un futuro acogedoras. El Califa sonrió y pensó en su macabro castigo, algo que superara una celda digna de alguien como Setar, era difícil augurar que llevaría en mente Junaana.

Al volver de pasar el desayuno con Califa, Junaana la dejó a la puerta de sus aposentos, se despidió cordialmente y marchó hacia los suyos.

Esa mañana Shamsir no dejó de recordar cada día que pasó a su lado convaleciente, siempre atenta cordial y dulce, en ocasiones distante, cuando recibió la noticia impasible y a su vez exigente, era alguien admirable, no podía por menos que sentir tanto afecto que dolía el no poder llegar a nada masa, lidiaba con la mortificación de verla pasear con otra mujer y verla amar a esa mujer, se volvió dando la idea a su dolor, a sus temores y sentimientos…

Nunca la miró con deseo, tampoco le dijo que sintiera mas allá que afecto y amistad, jamás alentó otro concepto que amistad, nunca tuvo un corazón que amara, nunca pensó en amar, ahora sin embargo sabia que era amar y tenia un corazón enamorado, algo impensable, de alguien que nunca la miraría de otra manera que no fuera maternalmente.

Celina apareció a su puerta, su rostro trise y apagado decía mucho de su estado, le concedió el paso, mientras intentaba ocultar las lagrimas que había dejado escapar mientras pensaba en Junaana.

-Veo que ya te dejo ir Junaana y has vuelto a tus aposentos, quise saber si necesitabas de algo.

-Nada Celina, por el momento creo que la soledad de mis habitaciones es lo mejor para mi. No pretendo ser desagradable, solo que buen mi estado de animo no es tan bueno como parece.

- No entiendo por que, eres afortunada, has salvado tu vida, tienes a alguien pendiente de ti, has recibido la mejor de las atenciones.

-La fortuna estuvo de mi lado Celina, pero no soy afortunada, tu perdiste a quien amabas por sus actos, yo en cambio no tendré a esa persona por los míos, como ves la fortuna es ambigua.

-Yo diría que la fortuna es caprichosa y pretenciosa, nunca sabes lo que te espera al otro lado de la puerta, sabes quien puede estar pero no sus intenciones, piénsalo.

- Eres hábil con las palabras y los conceptos Celina.

- Pero tan ciega como tu para no ver cuando alguien me ama o no.

-Ahora no comprendo.

-Ya lo harás, descansa Shamsir y que la paz este contigo.

- Ve en paz y vive en paz Celina.

La mujer salió con una sonrisa en los labios, la primera que era capaz de esbozar desde el aciago día en que descubrió la verdad.

También era el primer día que sintió ganas de hacer algo especial y compartirlo con su hermana, quizás esas dos necesitaran algo de ayuda después de lo que acaba de ver en esa muchacha.

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