martes, 1 de julio de 2014

ATREVIMIENTO DE VERANO

Es ya verano, el curso escolar ha terminado, unos amigos se empeñan en hacer una apuesta de quien es más osado para tomar el pelo a quien sea más temeroso esa noche de atrevimiento.
Uno de ellos no se siente capaz de llevar adelante la hazaña de estar hasta pasada la media noche a la casa abandonada cerca del cementerio, en aquella donde en un pasado vivía el enterrador y su familia hasta el día que fueron hallados sus restos desfigurados por gestos de pánico, que impidieron darles luto con el ataúd abierto. El enterrador y su esposa al dormitorio principal, la madre de este a la cocina, las tres hijas a la sala donde el televisor todavía funcionaba…
Andrés todo bravucón se reía del resto de camino al cementerio, Manuel le seguía la broma y Tomás callaba temiendo por todo.

Al llegar todo fue bien, la tensión era palpable, Manuel, fanático de las películas de terror, en especial de las japonesas, no dejaba de regodearse con detalles de todo tipo, Tomás en cambio ese lugar le transmitía peligro. Se dividieron conversando por el móvil, la idea era no estar juntos para que el que se asustara no tuviera el apoyo del resto, a cada rato un aquí estoy o hace frío en la casa, en la sala Andrés, con bromas poco a poco vio la incomodidad de Manuel que ya no alardeaba de sus fantasmas de terror ni asesinos psicológicos, empezó a reírse pues ya era presa del miedo y apostaba por que seria el primero en querer marcharse, un estoy bien a cada toque escrito, pero se equivocaba el joven ya colgaba del techo con la cara azulada hacia una hora. Tomás escapaba del dormitorio superior por la ventana y algo lo lanzaba por el alfeizar quedando enganchado por su mochila de una rama del pino cercano, uno vivo en el interior, otro muerto y uno colgando inconsciente. Ya no hay mensajes ni respuestas, Andrés intenta correr arriba pero no puede, conforme sube un escalón lo vuelve a bajar acto seguido sin lógica, atrapado en un bucle a la sala, corre a la cocina pero al pasar el umbral está de nuevo a la sala y allí con una mueca de risa aterrada su cuerpo le mira, él esta muerto. Grita desesperado sin voz y el rostro azulado de Manuel asoma por el techo con una sonrisa siniestra. 

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