miércoles, 14 de marzo de 2012

CONTINUACIÓN DE MI DESCONOCIDA

TIARA


Mi primer día a la oficina me resulta agotador, los brazos me laten de dolor y casi todo el cuerpo se agita en convulsiones como si hubiera sobrepasado un limite de esfuerzos, las piernas y la zona lumbar es lo peor, el dolor me arranca gemidos de dolor, aun así no estoy dispuesta a quejarme y crear más mas preocupación a mi alrededor y mucho menos que me vea de nuevo recluida a mi cama, de eso nada, nunca pensé que volvería a la oficina y en estos instantes comprendo cuánto me hizo falta volver y sentirme útil.

Mi abuela no se reprime los chasquidos de disgusto por no dejarme ayudar y seguir a la mía, evitando admitir que hubo cosas que me costo un suplicio conseguir pero lo mejor era sentir cada victoria por prueba superada, en esos momentos hasta ella se reía por lo bajo, supongo que mi alegría era bastante visible, por que creo que fui incapaz de dejar de sonreír en el resto del día, llegando la hora de cerrar ya pensaba en como seria el mañana…

Entre mis ensoñaciones no presté atención a quién entró y cuando me fije me encontré a las dos tortolitas haciéndose guiños y sonrisas como si compartieran secretos silenciosos, esos instantes me devolvieron a la realidad de que ella ya no estaba entre nosotras…

Ignoro si mi consternación fue un espejo de desolación en mi rostro, pero en segundos me vi rodeada por ambas, Amanda rebuscaba en su maletín hasta que de éste saco un frasco y una jeringa a la que retiraba el envase y preparaba para una dosis de ese frasco, me echaron hacia delante sin poder resistirme y me inyectaron en la espalda el liquido, todo el cuerpo se me tenso al notar introducirse tanto la aguja como el liquido en mi cuerpo, ahora era mas que dolor, ardía por todos lados.

Mientras apretaba los dientes con determinación para no soltar ningún sonido que diera muestras de cuando dolor me causaba lo que fuera que me hubieran dado, mi abuela cerraba el local al personal, y se aseguraba de que todo estuviera en orden antes de retirarnos por detrás al aparcamiento en donde encontré un nuevo vehículo con puerta lateral deslizable en vez abatible, toda una novedad pues no recordaba haberlo visto antes, mi abuela sacó unas llaves de un clavo colgado al marco interno de la puerta de acceso al aparcamiento y cerró el acceso al local principal, luego extendió el brazo al vehículo y el automático se acciono, mis ojos no paraban de mirar a ambas y al coche, al final las risas de ambas resonaban con su eco por la estancia y yo seguía perpleja admirando nuestro nuevo transporte, si yo entendía bien era nuestro para cubrir nuestros traslados mas cómoda.

Cada vez adoraba mas a la nueva pareja de mi abuela, se preocupaba por todo y no escatimaba en cubrir las necesidades, pocos se tomarían tantas molestias tan pronto, con un gesto nos animo a subir, ella empujo mi silla con cuidado por la rampa sujetando con firmeza la silla para que no cayera sin control, una vez al lado las puertas ya estaban retiradas para subir atrás la silla y yo en el asiento de pasajero, ellas dos de copiloto, la verdad me moría de ganas por ir delante, pero creo que algo me impidió rechistar, era como ver a dos crías ilusionadas con una nueva experiencia, y yo un bebe entre ellas si lo pensaba, esta idea en cuestión reforzó mis esfuerzos por recuperarme cuanto antes para que no tuvieran que andar pendientes de mi, eso de ser una especie de carga y depender de ellas no era mi estilo.

Supongo que tanto tiempo de cuidar de ella y de mi me recordaba el que nunca fui una mochila para nadie y ante todo que siempre fui muy capaz de cuidar de mi misma y de no necesitar a nadie, por muy adversas que fueran las circunstancias, si antes viví en una especie de calvario personal y en cierta manera social en esos instantes no precisaba mas barreras de complejos e impotencias y menos de lastima ajena, sigo pensando, sigo siendo funcional y por lo tanto no estoy tan inútil como llegue a compadecerme antes.

Todo esto andaba yo rumiando completamente ajena a lo que sucedía, alguien nos bloqueaba la salida de acceso tras cerrar el aparcamiento, el solo que nos daba de cara nos impedía verle el rostro, solo podía distinguir su figura y esta denotaba un gran orgullo y por su tensión una gran rabia contenida, algo golpeo con fuerza el capo del coche y algo en mi interior se retorció en medio del miedo por el impacto tan inesperado, al estar detrás no pude discernir por el sol que el individuo sostenía una gran piedra entre sus manos y la acababa de lanzar a nuestro coche, tuvimos suerte de que no llegara a golpear el cristal. Mi abuela apago el motor a una señal de Amanda que abriendo la puerta salio de la protección del coche exponiéndose a nuestro agresor con toda la calma del mundo, ahora si sentía terror de pensar que la pudiera herir, de estar dentro sin poder hacer nada y que además algo pudiera ocurrirle también a mi abuela si salir a socorrerla, ya solo suplicaba a los cielos que nada pasara.
                            
Al cabo de unos minutos los gritos de un hombre adulto resonaban incluso en el interior del coche, con acento rabioso y autoritario, ordenando a Amanda que volviera a su lugar, que ella era de él y que jamás permitiría que le abandonara, y que mientras fuera su esposa ella debía estar a su lado y cumplir como tal, cada palabra me revolvía mas la sangre y un malestar me recorría todo el cuerpo,  por cada acentuación de desprecio de él mas indispuesta me notaba, las arcadas llegaban a la boca y la rabia me agitaba de tal modo que era yo quien quería salir a gritarle lo indeseable que era como persona y su falta de entendimiento, era consciente que no todos eran capaces de admitir a la primera que eran abandonados, menos que no fueran del agrado de la otra parte, que perdieran todo su poder para muchos era algo incoherente, pero ser consciente y ser testigo de sus calumnias y amenazas…. Eso era otro costal.

Mi abuela cogió el móvil de Amanda que descansaba en su asiento y comenzó a marcar números, al cabo de dos minutos alguien le respondía, un hola seco y acto seguido anunció en donde estaban y que trajeran ayuda, tan escueta fue que me era imposible discernir con quien conversó con tanta sequedad, no era una actitud muy corriente en ella.

El hombre agarro a Amanda de su brazo y tiro de ella con rabia , ella se resistió, el otro ignoró su negación y siguió arrastrándola a un vehículo azul oscuro aparcado a unos diez metros en el paseo que llegaba hasta la plaza de la zona comercial, a esas horas todos los locales debían estar recogiendo para marcharse… la tensión me superaba de tal modo que me agarre a los asientos y me lance al de delante, caí de lado, mi abuela se sobresaltó, le grite de que pusiera en marcha el coche y los alcanzara, mientras yo me colocaba bien entre tirones de mis brazos y arrastrándome de un lado a otro del asiento hasta sentarme bien, ella me hizo caso y se acercó mientras yo bajaba la ventana, en un tirón muy fortuito ella se soltó la agarré de la ropa desde la ventana, y estirando la medio metí dentro mientras el coche aceleraba, otro coche aparcaba a nuestra espalda mientras nos alejábamos de su atacanté. Aprovechamos para terminar de meter su cuerpo que todavía sobresalían sus piernas y respirar de alivio, no se, si somos una familia con locura o de impulsividad nata, pero cualquiera que nos viera nos tomaría por unas desquiciadas sin lugar a dudas.

Amanda nos miraba bastante sorprendida de lo que acabábamos de hacer, tras unos segundos recuperándose de la impresión se deshizo en risas, supongo que la situación le resulto al final mas bien cómica, nos alejábamos cuando el teléfono comenzó a sonar, mi abuela frenó y apeo el coche antes de responder, un si, otro si y un  de acuerdo fue cuanto dijo y colgó, esto cada vez era mas extraño.

Volvió a arrancar tras meterse en los asientos traseros Amanda, la risa histérica ya había menguado así que ahora su rostro pasaba a un estado más bien de abatimiento…

Recorrimos la zona comercial y la rodeamos por el otro extremo, pasamos por el cuartel, en donde hicimos una ligera parada, se asomó el capitán saludándola con un gesto de cabeza y luego volvió al interior, seguimos hasta llegar a una intersección y de allí nos dirigimos hacia la placeta principal en donde se encontraba la zona civil y social de la isla, la biblioteca, la taberna la estación de correos…. Volvíamos por el frente, o casi, todavía rodeábamos la parte trasera de la biblioteca y la taberna, bueno el callejón que su almacén cerraba y daba acceso con una persiana al suministro de esta y sus proveedores, a mi entender la parte trasera de todo local, y así como lo pienso la persiana se abre y entramos al almacén.

La situación se me hacia de una trama de intriga o algo así como policíaca, llamadas casi sin contexto, un cambio radical a lo habitual en mi abuela, un paseo sospechoso por la isla, visita por el cuartel sin hacer mas que un stop y si la he visto no me acuerdo y al final nos introducimos en el almacén trasero de la taberna como si fuéramos unos traficantes, vamos que hay tema para una novela si uno se lo propusiera, ahora si que iba a buscar respuestas… al menos esperaría a que la doctora se calmara, ya que se deshacía en temblores y tiritaba…



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