domingo, 12 de enero de 2014

FORAGIDO

Un suspiro que escapa furtivo a la conciencia, siempre precede al vendaval que se forja al alma, por esa lanza punzante que es la duda, ante la espada resplandeciente de la certeza.

Los pasos presurosos recorren ese camino en sombras, que en la noche donde el silencio impera, las palabras huyen y los besos dominan, allá donde la cordura  ya no gobierna.

Miradas que se evitan, rehuyendo el encuentro, ocultando la verdad que crece, muda al mundo, y a su vez gritando en cada latido.

Una reiterada negación, pese a que es imposible negar que al amanecer todo se ilumina a la luz de su guía y calor, fiel faro del desorientado es la aceptación del tormento, que siempre aprieta a la resistencia.

Único en cada ser, que se fuga del conocimiento, siembra  temores y a su vez, muchos idolatran, siempre asumimos  su belleza, nunca su realidad, ya que su alumbramiento ciega a su poseedor.

Locuaz y escurridizo, no se caza al viajero, pues siendo un conquistador embriagador, roza al solitario, al ermitaño y al escéptico, creando la tormenta de la odisea, el drama u el romance, en ese sahara que existe en las almas cándidas, inertes de vida, por falta de manantiales que otorguen alegría, una sonrisa deliciosa de esos  dátiles que son los amores del sol y caen de las alturas por sorpresa.

Huyendo tras atracar al alma, robando la calma, incendiando de dudas, marcando ese momento con su paso, nunca es desapercibida su llegada y menos su marcha...

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