martes, 3 de septiembre de 2013

XIII

Achicando aguas mil, 
De esos ojos que presagian tormentas, 
De ellos caen las lluvias 
Que mejor recordamos 
Y de gustamos. 

Ya sea de buenas nuevas, 
Con una mujer desnuda, 
O con ese deje de melancolía...
Si a de ser que sea por la tersura de su piel y no por imposibles. 

Achicando, con esfuerzo y esmero, 
Un sujetador perdido, 
Con una sonrisa juguetona que trota en los labios, 
Se guarda en secreto el incienso del deseo, 
De aquí para allá, 
Una cabellera ondeante 
Que enciende la sangre,
En esa efervescente mejora, 
Por sumergirse en el húmedo hueco de la seda y especias de su ser candente, 
Siempre con buenos augurios... 

Y las luces se encienden 
Con la pasión del fuego 
De besos que no acaban, 
Pero las miradas no hablan, 
Se buscan, sujetan, y estremecen, 
Desde el alma mientras el deseo no aguanta. 

Achicando sin fuerzas, 
Puede que satisfecha, 
Tras la pérdida de demonios y látigos, 
Ya nada queda en Venus, 
Excepto miradas y caricias, 
Que esperan expectantes, 
La próxima tormenta.

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