lunes, 13 de octubre de 2014

SEGUNDO ESPIRITU

El sol cae abrasador y Adriana busca desesperadamente al horizonte algún montículo, donde cobijarse en su sombra a descansar, sigue sin comprender como ha llegado a un paraje tan inhóspito como aquel, apenas consigue recordar retazos de la noche pasada, sin embargo son tan irreales que se le antoja que debió tomar algún tipo de droga sin conocimiento.
Para no forzar la vista contra el sol decide tomar la dirección que deja a éste a su espalda, pisando en el polvo su propia sombra, sintiendo que esta se ríe en su cara por no encontrar respuestas a su actual situación.

Por suerte encontró en un montículo cerca de si su ropa, echa un asco pero no tendría que caminar desnuda, lo primero que sintió al despertar y verse así fue pánico y vulnerabilidad, comprobó aterrada su sexo, temiendo haber sido violada, no notó nada que le indicara que hubiera sido así, excepto que sus músculos le dolían y los notaba extenuados como si hubiera sobrepasado sus limites, lo más extraño era ese estado de liberación que sentía, no tenia explicación por más que lo pensase.
A las dos horas o tres cuando cada molécula de su cuerpo clamaba por un trago de agua, vislumbro a lo lejos una forma sombreada, no distinguía que era pero no le importaba, que se viera en la distancia ya prometía una sombra donde descansar y resguardarse del sol.
Hora y media mas tarde cuando su cerebro no puede mas y el agotamiento puede con ella, llega a una roca de forma extraña, como si un torbellino la hubiera moldeado en forma de montículo espirado, un viento árido se alza a su espalda derrumbándola contra la superficie, sin fuerzas no pone resistencia y pese a que se hace daño termina por caer de costado contra el suelo, ahí se queda respirando con el único pensamiento de que todo lo que le sucede sólo sea una pesadilla excesivamente real.
Cada vez que cierra los ojos una cantidad de escenas irreales se suceden por su mente y le aterran tanto que abre los ojos desesperada buscando consuelo en la superficie de la roca que casi roza su rostro.
Un sonido casi inaudible le llama la atención, se gira buscando su procedencia, es como si algo se deslizara cerca de ella, como un riachuelo cercano que promete aliviar su sed, no distingue ningún cauce ni cambios al escenario desértico que la rodea con algún cactus o rocas que salpican el vacío de aquel lugar como si fuera una broma del paraje.
Se levanta tambaleándose y se apoya en la espiral de roca para sostenerse, la rodea buscando la procedencia de ese sonido que pierde cuando el viento golpea su rostro con furia, su mano que sigue palpando la superficie rasposa, roza un hilo húmedo y de tacto suave que la sobresalta, vuelve la vista al punto de donde retiró su mano y allí halla su milagro que la salvará de desfallecer por deshidratación; la espiral que le da cobijo es a su vez un manantial oculto que brota con un ligero hilo de lo alto y desciende hasta el pie de la misma regando una dalia anaranjada…
Sintiéndose salvada se abalanza a recoger ese ligero hilo con sus manos formando un cuenco para recogerla y beber, debe tener paciencia, en su espera a recoger suficiente para llevársela al a boca se percata de que el sol ya no está tan alto, comprende que ya debe caer la tarde y no tardará en anochecer, el pensar que pasara ahí la noche la desconsuela, su mente vuelve a sus ultimas horas del día anterior, la fiesta de cumpleaños, las copas, el salir a bailar… no recuerda nada más, sólo que el local estaba cerca del cauce cosa que agradecía pues era agradable tomar la fresca allí y ver pasear a las parejas que se atrevían a salir bien entrada la noche, ése era su último recuerdo.
Suspirando reviso sus bolsillos, ya sabia que su móvil no tenia cobertura y debía tenerlo apagado para conservar la batería, solo buscaba distraer su mente mientras buscaba un modo de salir de ese lugar, encontró sus gafas de lectura y un matojo pasó llevado por el viento por un lado, su mente vislumbro una idea y se alzo corriendo con la esperanza que funcionara, atrapó a la carrera el matojo volante y lo mantuvo sujeto hasta volver cerca de la roca, allá a su protección comenzó a partir las ramas secas y amontonarlas a sus pies, buscó papel a sus bolsillo, encontró un billete y sonriendo por la ironía de quemar dinero con la falta que hacia en la vida metropolitana, le prendió fuego con un mechero que aún llevaba a los pantalones, lo coloco bajo las ramitas y prendieron rápido, continuo echando restos de ramas a la pequeña fogata, con la única idea de que alguien la viera y lo atrajera, sino sabia a donde ir alguien sabría como llegar a ella y salir de allí.
Siguió cogiendo matojos o arrancándose retazos de las mangas para que el fuego no se apagara y el humo fuera visible a lo lejos, una hora mas tarde, un vehículo apareció al horizonte siguiendo su estela de humo, su mente gritaba una y otra vez, estaba salvada, ya caía la noche para cuando un todo terreno con un varón de rasgos indios aparcaba cerca de la roca.
El apache se apea de su vehículo y se posiciona a dos metros de ella saludándola con un gesto de su sombrero estilo cowboy, sin pronunciar palabra y un gesto tosco, ella en cambio ansiosa por salir de allí busca como explicar su situación, le explica que esta perdida y sin medio de volver a la civilización, que alguien la debió dejar la noche pasada tirada a aquel paraje y no sabe ni dónde está, le pide ayuda; sus maneras ansiosas pero con la mirada cansada, hablando atropelladamente, el hombre con un gesto asiente y la invita a subir al todo terreno, ella agradecida le sigue a la puerta copiloto…
Al subir un perro acomodado a la parte de atrás se vuelve loco, la chica se asusta y salta fuera con mucha agilidad, el hombre gesticula una palabra amenazante al animal y éste calla y gimotea lastimosamente, Adriana más tranquila al ver que el hombre tiene el control del animal vuelve a subir al asiento mirando con recelo al perro.
Apenas el hombre pone en marcha el coche, se vuelve y alcanza una cantimplora que tiene tirada al asiento de atrás, se la entrega a Adriana que agradecida la abre y bebe con ganas el agua, ésta resulta tener un regusto a anís que le provoca tos al atragantarse por la sorpresa, el hombre ríe al ver su reacción, con una voz grave y ronca, vuelven por la misma dirección que ha llegado y mientras ella va echando cabezadas a ratos, el traqueteo del vehículo sobre el terreno apedreado le provoca somnolencia, hasta que un fuerte latir en su cuerpo, recorriendo sus venas la sobresalta y entra en pánico….
Ella mira al hombre indio desesperada, el perro la gruñe agresivamente, de pronto se siente en peligro y un instinto de supervivencia la insta a escapar de ese perro y de su salvador, el indio hablando un dialecto desconocido insta al perro a callar que obedece de inmediato escondiéndose del mismo…Después con la misma voz ronca con la que se reía antes, se dirige a ella.
-         no te preocupes mujer, el perro no osará desobedecer y tu estarás en este plenilunio mas segura entre los nuestros que sola pegada a la crisálida del desierto, elegiste bien el quedarte al manantial oculto, pero hay algo más a esas tierras que busca sangre y no cualquiera, somos de la tribu del Dios chacal, busca nuestra sangre y tu la compartes, tu aroma te delata, tienes sangre coyote, ¿lo sabes?
-         Saber, eso me gustaría a mí saber mas de una cosa, como que no recuerde nada de anoche, como he llegado a este inhóspito lugar, aparecer desnuda y mis ropas cerca de mi…. Solo sé que todo se ha vuelto una locura desde anoche.
-         Entiendo, entonces espera a que lleguemos, estamos cerca y podrás comer algo, eso sino te transformas primero, cosa que sospecho si no puedes controlarlo todavía, al menos dime tus orígenes.
-         ¿orígenes?, ¿Transformarme?, oiga me esta tomando el pelo o esto es una broma de mal gusto.
-         No muchacha, solo dime el nombre de tus padres por favor, te he de presentar a los míos.
-         A su poblado….
-         Si.
El latido en sus venas se volvía más potente, la ensordecían y sus sentidos se agudizaban, su oído comenzó a escuchar el corazón mas cercano al suyo, el del hombre este iba tan rápido como el suyo y de pronto iban al mismo ritmo como si fueran uno, mientras ella buscaba aliento el mantenía la calma conduciendo, la miro y sus ojos ya no eran oscuros como cuando los vio antes de subir al todo terreno, ahora lucían con un fuerte tono ámbar, de pronto el latido del hombre se ralentizaba calmando al suyo, esa sensación de estallido en su interior se apaciguaba y cierto alivio la invadía, temía lo que podía ocurrir después, temía las visiones de los recuerdos que la han acosado todo el día, su necesidad de escapar ya no tiraba de ella ahora sentía seguridad. Lo malo era creer que ella se estaba volviendo loca.
A los veinte minutos se vislumbraron unas luces a los lejos, al cabo de unos minutos unos aullidos rodearon el todo terreno y unos ojos parecidos a los del hombre asomaban por varias colinas o siguiéndoles, lo que fuera que hubiera fuera no les atacaba, mas bien les daban la bienvenida y custodiaban.
Las casas tomaron forma bajo la luz de la luna con sus ventanas alumbrando el exterior, una hoguera en medio de la plaza iluminaba los cuerpos de personas cuya figura no era por completo humana, unas orejas puntiagudas asomaban en lo alto de sus cabezas y su pose era orgullosa e imponente.
Al mirarlos su presencia se hizo parte de su interior, como si una parte del alma de cada uno se fuera alojando en su interior, a la vez ella se creció, sintiéndose parte de muchos, hombres, mujeres, niños y ancianos, ninguno se sentía solo teniendo a los demás y el regocijo les recorría e inundaba a ella también, le daban la bienvenida…
El hombre volví a preguntarse sus orígenes, ella comenzó a pronunciar los nombres y apellidos de sus padres y luego los de sus abuelos, a los que no conocía en persona…
El hombre abrió mucho sus ojos y la sorpresa de él y su regocijo golpearon muy fuerte en su interior, ahora ella era presa de las emociones de ese hombre y una gran onda de afecto la recorrió mientras el lloraba observándola.
-         has regresado con los tuyas mi niña, yo soy Telian, tu abuelo, tu abuela fue una mujer blanca y tu padre heredó más rasgos de ella que míos, marchó lejos por que se sintió ahogado a nuestro poblado, su sed de abrirse camino y volar en pos de sus sueños lo llevó lejos y su alma dejó este mundo sin presentarme su descendencia.
-         ¿Yo soy como ellos?
-         Eres una de nosotros y eres tu misma, no lo olvides.
-         Yo no se que paso anoche no se que hacer ni si lo puedo controlar.
-         Podrás, por que esta vez no estarás sola, esta noche te guiare y estaré a tu lado, nunca debió suceder apartada de los tuyos sin nuestro apoyo, te prometo que estarás bien, no tengas miedo…

El latido creció la luna brillaba hermosa en lo mas alto, su cuerpo se dejo llevar por una energía que la llenaba, su agotamiento desapareció y un gran deseo de correr saltar la inundo, euforia y liberación la impulsaron a abrir su boca y aullar como nunca pensó que pudiera hacer, al suyo se unió uno más potente el de su abuelo y al mirarlo apreció que su rostro era el de un chacal  con gestos más humanos, su cuerpo transpiraba mucho, salió y se desprendió de su ropa, mientras le cubría la piel un tupido pelaje oscuro, alzó el hocico al cielo y aulló con el toda la aldea y ahí ella dejo de ser humana, uniéndose a ellos como mujer chacal, dos espíritus en un mismo ser, el humano y el animal.

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