Es de noche y a esas horas no llega el momento de volver a
la realidad, es el momento de disfrutar de la intimidad, de lo oculto, de las
sensaciones y el deseo…
Las sonrisas cómplices afloran tras un juego de miradas, es
dulce el cortejo, sensual la cercanía y instintivo el roce de alcanzar el lado
oculto de esa fragancia que se aspira en el aire, en sus alientos, en la
humedad de un beso…
Una mano lleva a la otra, a buscar un lugar que las oculte
de miradas indiscretas, la espera es interminable y las ganas aumentan, los
roces son mas precisos y mas acuciantes, la timidez y el pudor del principio se
deja seducir por el fuego que arde bajo unas pupilas oscuras, un beso da la
salida a esa llama que consume las ansias, no importa quien seduce a quien,
ahora la búsqueda tiene otro fin.
La seductora es atrapada por el atrevimiento de la dulzura
convertida en voraz apetito de satisfacción, su inexperiencia cae en un velo al
suelo dejando asomar un alma muy distinta, un deseo poco común, tomar hasta el
alma cada trozo de su amante y marcarlo a fuego con la excitación de sus besos,
sus caricias y todo el placer que comparten en cada instante transcurrido.
La fuerza aumenta y se apodera de sus cuerpos, fluye el
fuego descontrolado, rabiosa lujuria que obra a favor de dos cuerpos consumidos
por la obra del éxtasis, sin perder un segundo en el descanso, se enzarzan a
llegar a cúspides más altas, sus caricias colman el camino, aclaman la verdad,
que el monte del olimpo esconde, pragmar en sus cuerpos cada instante, en sus
recuerdos cada deseo y pensamiento, en sus esencias su sello, en sus miradas el
bello aspecto que sedujeron y con cada sonrisa de cuanto compartieron, y no
alcanzará en un futuro un instante en el que se vean sin revivir, sin soñar con
repetir con compartir, el prodigio de alcanzar los cielos prometidos y más
allá….
Un roce, una mirada, una sonrisa, un susurro y todo renacerá
en la sangre, pólvora y esclava de la
atracción.
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