TIARA
Demasiado pronto creí que saldríamos fácilmente todas de
allí, una vez alejadas su abuela y Melissa de allí, todo se complicó bastante,
pedí a Natalia que no fuera por ahí sola, además de ayudarme a realizar la
entrega de correo a los domicilios, mientras no podía parar de pensar en el
modo de quitarnos de encima a Jacobo, el odio de ese hombre no tenia limites y por supuesto muy
pronto confraternizó con el médico, hasta el punto que hacía las veces de
acosador y de fiel vigilante desde el ataque en el interior de la oficina.
En cuánto Natalia
salía de la oficina y no se dirigía a la taberna, se acercaba a la cabina
cercana y realizaba una llamada y en cuestión de nada aparecía el médico, su
enloquecimiento era aterrador, lo peor era el echo de que podía permitirse una
fianza además de un buen abogado, pese a lo que hizo la ley no era tan severa
como debería y mucho menos rápida en actuar, al menos en tramites y actos
judiciales, eso si era un problema a la hora de la verdad.
Tras atacar a Melissa y no conseguir todo cuanto esperaba,
busco otra vía de información e intimidación, estaba claro que su punto ciego
en esos instantes era encontrar a su hija, no le importaba nada más, lo que
pretendiera era algo fuera de mi
conocimiento, ahora que sus intenciones si eran algo que me preocupaban y temía,
era como ver una replica de lo sucedido en el pasado, en mi presente, por
supuesto, esta vez no iba a permitir que se repitiera, no iba a perderla y
menos si yo de alguna manera podía impedir que sufriera daño, o lo que es peor,
que muriese, y justo eso era lo que más temía, hasta el punto de ser recorrida
por escalofríos y una tristeza igual de dolorosa.
Ayer cuando ya atardecía y mi abuela y la doctora ya estaban
cruzando las aguas fuera de peligro, sin ni siquiera a que diera tiempo a
despedirse de nadie, otro echo que me sobrecogió y aterrorizó, fueron los siguientes
actos del médico, en esta ocasión contra Natalia, apenas ella recibió mi aviso
del ataque y que no confiara en él, éste se presentó frente a la casa, apenas
ella vio llegar el coche se atrincheró a conciencia, lo cuál se convirtió dado
lo sucedido en una trampa humana antes que un refugio. Tras gritar y exigir
respuestas y ser ignorado, le prendió fuego a la puerta principal con gasolina,
ella se vio atrapada al comprobar que él estaba dispuesto a ver como la casa se
consumía por las llamas, por suerte un vecino agricultor que cerca de donde
vivo tiene sus cultivos acudió corriendo a socorrer a los del interior, al
llegar vociferando ahuyentó al médico al verse descubierto, salir a la fuga fue
su salida más rápida…
El agricultor apenas llegó intento apagar con agua las
llamas, hasta que descubrió que el fuego se expandía por el agua y al ver una
lata vacía de gasolina cambió de táctica, fue a por una manta tendía a un lado
de la casa todavía húmeda, para cubrirse y protegerse contra las llamas, antes
la termino de mojar para que no se prendiera rápido, entre gritos se tiraba
contra la puerta, intentando derribarla, gritaba y gritaba sin parar llamando a
mi abuela, el pobre hombre se desesperaba pensando que la mujer estaría en el
interior sin poder salir, en esos momentos ni recordaba la puerta trasera, de
pronto se sobresalto al recibir un cubo de agua sobre sí, tan enfrascado estaba
que no se dio cuenta de que la manta a ardía, se retiró aturdido al no
reconocer a Natalia, ésta corriendo al huerto tomó la pala y de la tierra a
removida la lleno y se lió a lanzar tierra allá hacia donde se expandía con el
agua el fuego, luego gritándole la manta empapada de nuevo la usó como un látigo
contra la puerta, cada vez que atizaba menos fuego quedaba en ella, el hombre
le arrebató la manta y continuó con lo mismo al ver que funcionaba, gritando
con furia le daba, mientras ella volvió a la pala y la tierra.
Entre ambos
consiguieron extinguir el incendio a tiempo, cuando ya pudieron respirar
la puerta y el cincel ennegrecidos, el hombre no paraba de resoplar del susto
que se llevó, Natalia sollozaba y temblaba ahí en dónde se dejó caer deshecha
del esfuerzo y el terror sufrido, al llegar los efectivos así los encontraron,
el servicio de bomberos con sus voluntarios los miraban de hito en hito, en
realidad todo el mundo se encontraba anonadado, llegaron justo después de que
el fuero estuviera controlado, no les dio ni tiempo a reaccionar ya que el
ímpetu de ellos les dejó ahí clavados al ver como ya n hacían falta más que
para evitar una segunda combustión por alguna llama retardada, apenas atinaron
a dar un repaso con el extintor y comprobar si sufrían quemaduras, el hecho de
que estuvieran intactos era todavía más sorprendente, no hubo quemaduras, solo
el quedarse sin cejas a causa del calor y la cercanía y tener un poco el pelo
chamuscado, realmente tuvieron suerte.
Yo llegué con la policía, a los cuales les daba mi versión
de los hechos con Melisa y su exmarido cuando llegó el aviso del fuego en mi
casa, me llevaron consigo por si precisaban de mis llaves o datos necesarios de
la casa en caso de necesidad, desde el coche la escena era algo atroz, la fachada oscurecida con un gran camino negro
desde la misma puerta como si fuera una entrada al infierno, la puerta
inservible agrietada y negra daba la sensación de deshacerse con sólo tocarla,
delante de ella unos retazos abrasados como prueba estoica de la proeza, de que un fuego se puede controlar con una
manta y poco más, el suelo de alrededor encharcado y ellos a unos metros de
toda la escena mirándose como idiotas, sonriendo cada vez más, ya fuera por el
alivio de salir victoriosos o Dios sabe qué, la cuestión es que ése instante
era especial, como si compartieran un entendimiento mudo en el que los demás sobrábamos,
lo mismo uno lloraba como luego se reía, el otro o maldecía al médico o
preguntaba por mi abuela, luego la retahíla de los sucedido salida de la boca
de ambos un tanto atropellado y confuso al hablar al a vez, así supimos quien
provocó el incendió.
Al final ambos callaron a la vez, supongo que del lío que
nos formamos todos, en eso que el agricultor, Luis que se presentó en ese
momento a Natalia y de quien no recordaba yo el nombre de los nervios, se reía
con ella a la vez que intentaba hablar, a muchos se les contagiaba la risa
nerviosa de esos dos, algunos todo lo que decían se les hacia más confuso, esperé a que se tranquilizaran y pudieran
explicarse con calma, con todo el lío
cogí el teléfono del policía que me acompañaba y llame a la farmacéutica,
pidiendo que se acercara tras contarle el panorama que se desarrollaba delante
de mí, se decidió don vías de solucionarlo, o con un par de copas de licor y se
relajaban o si la cosa pintaba más difícil unos calmantes, cuándo llegase seria
la cuestión de que decidir…
Por suerte no tardó mucho, apenas llegó se los quedo mirando
intentando valorar un poco el estado de ambos, yo ya no estaba en el coche, el policía
me sacó la silla para abrir mi casa, cosa que no pudimos ya que la cerradura se
había fundido por el calor, varios bomberos la tiraron abajo a hachazos, las
lágrimas se me saltaban de los ojos al ver como caía echa pedazos con sus tallados
hechos por nosotras unos veranos atrás cuando nos aburríamos, pasó un rato mirándolos
mientras yo rememoraba ese momento, cuando me quise dar cuenta tenia en mi
regazo la botella de coñac con unos vasos de plástico, con ímpetu me empujó
hasta llegar a su lado y mientras me explicó lo que llevaba en mente. Ya me
tocaba tomar la iniciativa.
-
ya que se os ve tan eufóricos, ¿qué tal un coñac para
celebrar que nada más ha pasado gracias a ambos?, sigo teniendo mi casa y mis
recuerdos gracias a vosotros.
Luis miró la botella y se pasó la lengua por los labios algo
resecos, pensé que le vendría mejor un vaso de agua, la idea no llegó a más ya
que él tomó la palabra.
-
Niña, ya tardas en abrir la botella, nada más agradecería
tanto como una ducha que tomarme un trago a salud de ésta mujer, que carácter,
si señor, me arrebató la manta y sin más la lanzó sobre la puerta en llamas,
luego la volvió a remojar y siguió mientras yo la miraba atónito, luego se la
quito para seguir y coge ella la pala y arrea a echar arena por encima….
Impresionante.
-
Ya veo….
La admiración de Luis era palpable y el deseo que sentía por
ella todavía más…
Mientras yo les servia, Natalia sujeto entre sus manos
temblorosas un vaso y se lo bebió sin mirar a nadie, en completo silencio, Luis
resoplaba y sacudía la cabeza, de vez en cuando gritaba a la guardia que
detuvieran al médico, ellos ni respondían, estaban más ocupados en responder
por radio a las otras patrullas, esperaban a que los bomberos dieran fin a sus
tareas y de paso a que estuvieran bien, tomaban nota de los hechos conforme los
borbotaban otra vez, en esta ocasión con mas calma y entendimiento, otros
hicieron fotos como pruebas y la lata la tomaron como prueba también, esto era
un atentado en toda regla contra nosotras,
un intento de asesinato, además de una agresión y los daños del vehículo, todo en conjunto
era mucho, para preparar una orden de alejamiento y en su momento el exilio de
la isla, además de un reconocimiento psicológico del agresor, nuestra estancia
se iba a alargar un poco, mientras se mediaba todo judicialmente.
La oscuridad enseguida oscureció todo y con ella mis ganas
de descansar se convirtieron en ansias de justicia, Luis volvió presto con su
vehículo de sus tierras para acompañarme a presentar la denuncia de los daños y
el atentado así como él para ejercer de testigo de que los hechos fueron causa
de la mano del medico, así lo dejamos declarado en acta y enviado por fax, también por su
inestabilidad se solicito el que se retirará sus derechos para ejercer y fuera
reconocido para comprobar sus facultades, a la vez se solicitó tanto una orden
de alejamiento para nuestros domicilios como de nuestras personas, se le detuvo
y leyó los cargos a su vez aclaró que se le negaba ejercer temporalmente y acudiría
al día siguiente un sustituto temporal, yo me mantuve al despacho contiguo con
la puerta entornada al tanto de todo, no se opusieron a mi petición, ahí estuve
tras meterlo a una celda a modo preventivo hasta el día siguiente ya que no
pudieron hacer más hasta la llegada de un abogado, volví a la taberna en donde
ya me esperaban con una habitación lista, cosa que agradecí de verdad, no me sentía
con animo de volver y dormir allí sin una puerta, además por lo que me contaron
varios vecinos la sellaron con unos tablones por el momento, algo de alivio al
menos, eso evitaría que los perros callejeros que se ocupaban de las alimañas
entraran y saquearan cuanto encontraran.
Evité llamar a mi abuela, pensar en como estarían y me
centré sólo y únicamente en como solucionar todo cuanto antes, ya no me
planteaba marchar en dos días, al menos hasta que volviera Edmundo y entre
ambos contuviéramos la situación, con una cerveza en las manos fui testigo de
cómo el local se quedaba en silencio y ese gesto fue prueba suficiente para
saber que Jacobo estaba ahí.
Me giré y ahí en la puerta con una sonrisa lasciva me
miraba, muchos se levantaron en un intento de contenerlo, Natalia se encontraba
ya acostada, algo más que agradecer, antes de salir de la oficina tome una precaución
que nunca creí necesaria, llegó el momento de sacar el fuego y la rabia después
de tanto tiempo y tal como lo sentí sucedió.
Apenas él estiró su mano sobre mí, después de lanzar a Sofía contra la barra con su sartén, yo con
rapidez saqué una navaja de mi padre que llevaba al cinto, no tuvo tiempo de
retirar la mano antes de que yo le infringiera un corte, eso le enfureció, se
volvió a abalanzar sobre mí colérico, me alcé en pie, ante la sorpresa de
todos, con el mismo ímpetu de si estuviera sana y mi navaja apoyada en su
cuello…
-
Mira Jacobo, Estela cayó muerta por tu mano, pero tú
caerás igual de la mía, ándate con cuidado de volver a desear algo más de mí,
no será el bolso de mi abuela lo que te duela, sino tus tripas esparcidas en el
suelo…
su silenció bastó para todos, ni siquiera se atrevió a
moverse, la impresión de todos y el silencio me envalentonó más, bajé el filo
hasta su vientre abultado y con un gesto de mi cabeza le indiqué la puerta,
andando de espaldas sin dejar de mirarme retrocedió hasta la misma y se marchó,
sus ojos contenían tanto miedo como cólera, antes o después pagaría por todo,
no me importaba cómo, su mi mano levantaba contra su vida sólo sería por una
razón, en defensa, hace tanto que dejé de lado la mera idea de venganza que hasta
su concepto me causaba náuseas.
Una vez fuera, uno de los parroquianos corrió a cerrar el
cerrojo, otros a levantar a Sofía del suelo, yo me volví a sentar mas cansada
que nunca, no quise mirar a nadie, solo detuve mi mirada a contemplar como
levantaban a la mujer que perjuraba arrancarle los testículos, volví mi mente a
la cerveza, con la única idea de tranquilizarme.
Tras marchar todos minutos después de que marchó Jacobo, la
mujer cerró y aseguró la estancia, abrió una puerta oculta tras un tapiz que
daba a unas estancias en épocas de visitas, algo extraño en lugar tan apartado
del resto del mundo, antiguamente un escondite para esconder de las tropas a
aquellos que buscaran por cualquier razón.
Tras eso comprobó que seguía dormida Natalia y luego volvió a
mí lado con una jarra entera de cerveza y otro vaso para ella, en completo silencio
se sentó a mi lado, y asi seguimos mientras apuramos la bebida, ya nos
sentíamos muy sobradas con todo lo ocurrido para darle más vueltas.
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