TIARA
La escuché relatar su idilio con Adela, comprendía cada una
de sus emociones, el como se refugió en el afecto de ésa mujer y con todo el
echo de sentir que yo no la amara, culpa mía tras tanto tiempo intentando
alejarla de mi y que no sintiera por mi algo que no deseaba recibir; cada palabra en el fondo de mi alma era como
armas que me hacían sangrar, aceptaba que era el peso que tenia cargar, no podía
juzgarla.
Comencé a pensar en mi pasado, en mis recuerdos y la
cantidad de heridas que tuve sangrando durante tanto tiempo y pensé que no
deseba repetir lo mismo, que ahora era el momento de recuperar mi tiempo con
ella y sacar sombras y fantasmas que crearan dudas e inseguridades, era mi
momento de contar lo de Estela.
Pasé unos minutos en silencio, recostada en la pared fría,
me dedicaba a mirar el techo y recordar los ratos pasados bajo el mismo con
ella y al pensar que las dos mujeres que habían formado parte de mi vida las había
tenido en el mismo lugar, algo se me removió por dentro.
Cerré los ojos y suspiré antes de dejar que mi voz sonará
acompañada del chisporroteo del fuego, debía relatar yo misma los hechos y no
lo que la gente alcanzó a saber con el tiempo, había llegado el momento de
revivir aquello que quise olvidar.
-
Apenas éramos unas crías cuando nos conocimos, yo
llegué un tiempo después de que fallecieran mis padres, mi abuela se había
trasladado un tiempo a vivir con nosotros y ella ya cuidaba de mí, yo no recuerdo
gran cosa de entonces, pero si mis miedos y que me faltaban ellos, luego ella
arregló todo para trasladarnos a nuestra casa aquí, ahí había crecido mi madre,
también mi padre había pasado mucho tiempo a la isla, todo eso me lo contó mi
abuela, yo el recuerdo mas antiguo de cuándo llegué aquí, fue estar a la plaza
sentada a la fuente mientras mi abuela recibía los buenos deseos de sus vecinos
y el pésame por la perdida, muchas miradas posadas sobre mí y de pronto salir
de la nada una niña morena de cabellos descuidados y ponerme un collar de
margaritas, me dio un beso a la mejilla
a la vez que decía, “sonríe”, apenas pude escuchar su voz pero si se me
quedó lo que dijo, por que me giré a mirarla y ella ya marchaba corriendo
siendo arrastrada por su padre, para entonces el hombre ya la manejaba a
tirones y malos modos. Comencé a verla a la escuela y siempre me acordaba de su
gesto, no supo nunca lo feliz que me hizo ese día que me sentía tan sola, supe
al colegio su nombre, luego por historias su situación, y siempre sabia que
algo malo había pasado con solo mirarla a los ojos, eso ocurría más al llegar a
la secundaria, conforme crecía mas hermosa se volvía, era increíble como tanta
belleza podía enmarcar unos ojos que embargaban tanta tristeza, yo muchas veces
quería devolverle el gesto y que sonriera, en un principio tuve miedo, y luego
me sentí colérica conmigo por ser una cobarde, una tarde cuando ya alcanzábamos
a los 16 años la vi aquí al faro, sentada alas rocas y mirando con ansia las
olas que golpeaban el fondo del acantilado que bordea el faro, me acerqué a
ella y la abracé por detrás y le dije que no pensara mas en eso, que no se
rompiera más en mil pedazos.
Tuve que tomar aire antes de
seguir, tantos recuerdos se me agolpaban con sus emociones que me era difícil
ahogarlas, intente recuperar mi persona y seguir, al igual que ella evite
mirarla, no quería perder el valor de contar lo que antes no hice.
-
No la solté, aun cuando ella en aquel momento se puso
tensa no me separé de ella, siempre he pensado que desde pequeña la quise, pero
ahora se que siempre la aprecie hasta verla allí y sujetarla en mis brazos
mientras lloraba en silencio; ocultaba su rostro pero a mi no me hacia falta
notaba su tristeza y su dolor en el hundimiento de sus hombros, y no quise
dejarla ahí sola, me quede a su lado, conversamos del mar, de si tendría
emociones, del cielo de si nos mirarían desde lo alto, de lo solitaria que parecía
la isla ahí apartada, de nuestra soledad, de nuestros gustos, pero nunca de que
sentíamos en esos momentos, así pasaron los días, y ella cada vez se sentaba
menos al acantilado, me esperaba en la hierva tumbada escuchando mis pasos, y allí
seguíamos conversando, una noche en que hacia mucho calor y su padre salió a
beber ella no quiso volver y se escondió al faro, si volvía sabia lo que le
esperaba y si no también, pero esa noche no quería estar cuando llegara, no
sabiendo que podría matarla y según ella cada vez estaba mas segura que eso era
lo que quería. Marché a casa y mi abuela salía a ver una amiga, yo tomé la cena
y prepare algunas cosas para llevarme, una vez se marcho, yo me escapé hasta el
faro, me lleve un par de mantas, la comida y agua, también unas velas, y ahí
nos tumbamos, ella temblaba de miedo a que apareciera y la encontrara, entramos
al interior, y con lo que encontramos aseamos el bajo, aseguramos la puerta y
al suelo extendimos las mantas, ella se acurrucó a mi y seguía temblando, yo no
supe como, pero la besé, no a la
mejilla, sino a los labios, ella no me dijo nada, sólo me miro y yo la abracé
temerosa que se alejara de mí, me di cuenta que puse mucho de mi en ese beso y temía
tanto que ella me despreciara, que fui consciente que la quería, no como amiga
sino como mucho más. Esa noche no dije nada más, ella tampoco, sólo me abrazo y
se mantuvo asi toda la noche, dormimos a ratos y yo acariciaba su cabello, y temía
que se marchara y no me quisiera ver, apenas amanecía cuando percibí que ella
se movía y abrí los ojos, ella sentada a mi lado me miraba, no me decía nada,
pero mis ojos estaban en los suyos y en los de ella había algo mas que su
tristeza, y su rostro descendió al mío y
me beso, en un principio suavemente, luego las dos comenzamos a dejar
salir lo que sentíamos y dimos esa mañana todo lo que no nos habíamos dicho, en
caricias, suspiros, risas y miradas, ambas necesitábamos más pero temíamos también
ese más, ella marchó con su corazón y su alma más ligero, y esperamos a vernos
sino era esa noche seria al día siguiente. A los dos días la vi, su rostro
desfigurado, su cuerpo mal trecho, como nunca la había visto, ese día ella vino
a mi destrozada por fuera y por dentro, y ese día volvió a mis brazos y yo le devolví
su alegría, así estuvimos meses, sin dar el paso, siendo felices con la
compañía y el cariño que nos prodigábamos. Una noche yo fui a su casa, su padre
pasaría la noche sujeto por agresión a la taberna, la saqué de allí y volvimos
aquí, esa noche tomamos la una de la otra todo cuanto nos privamos y nos
descubrimos nuevamente, para ella no fue tan doloroso, en cambio para mí me
costo contenerme, el dolor me supero muchas veces, ella siempre paró sufriendo
por mí, y de alguna manera mas me molestaba que lo hiciera, supongo que era por
empezar otra vez a sentirlo, ella hizo que dejara de sentir tanto mi cuerpo y sintiera
de otra manera, se desnudo y ardía por su belleza, me rozó me hostigó a gemir y
cuando ya no era capaz de estar quieta me tomó con seguridad y fue entonces
cuando descubrí que no sentía el dolor de antes. Tras esa noche fuimos cada vez
que su padre la pasaba sujeto o tirado algún lado, al recibir mi abuela la
noticia por la radio yo ya sabia que ella estaría sola y corría por ella, pero
alguien nos debió ver y dijo algo que puso fuera de sí a Jacobo, empezó a
apalizarla cada vez que la veía, ella a huir mas seguido de su casa y el
enloquecido buscándola, mi abuela varias veces me encerró para evitar que me
cogiera a mí también, y una noche al faro apareció allí con los ojos encendidos
de odio y cólera, ella arrastrada y casi moribunda a sus pies, casi no quedaba
ropa sobre su cuerpo, me miró y supe que era mi turno de ser apaleada, cuando
su mano me soltó el primer golpe caí de rodillas, y pensé como aguantó tanto
ella, algo en mi cerebro me lo dijo, por que me tenia a mí, me levante decidida
a no amilanarme y lo enfrente, quería alejarlo de ella, el me golpeo otra vez y
quedé atontada al borde del acantilado y su risa resonaba en mi cabeza, abrí
los ojos con la sola idea de salir de ahí y que me siguiera, apenas me alzaba
un grito se alzo sobre el mar, su voz y mi mente, ella se lanzaba contra él protegiéndome,
un forcejeo inútil y ella salio despedida por los aires sobre mí, mis ojos
siguieron su cuerpo, su rostro se quedó grabado en mi memoria, desencajado,
asustado y suplicante; me lancé contra él deseando su misma suerte, deseando
destrozarle, lanzando todo mi odio y dolor contra él, su cuerpo cayó sobre mí
sin sentido, y no recuerdo más, que me sacaron arrastras de debajo de su cuerpo
y me llevaron a mi casa, no recuerdo quien fue, solo que me salvaron la vida y
nunca me dijeron quien lo hizo. Nunca se probó lo ocurrido por que el cuerpo de
ella nunca apareció, y mi palabra en aquel entonces era tan desorientada como
mi estado y emociones. Es difícil olvidar al primer amor mas si se pierde de un
modo tan trágico y te marca, aunque me agarré a su recuerdo, tu abriste mi
ventana y dejaste entrar la luz y la felicidad, cierto que me dolía ser feliz,
que me negaba a enamorarme, me aterraba repetir esa historia en ti, temía estar
maldita, y no quería recordar lo que era sentirme viva al lado de alguien, pero
tu derrumbaste el muro, y todas las razones que me imponía para no volver a ser
feliz, luego cuando dejé de compadecerme tras el accidente, tu habías huido dejándome
una nota, y supe que mi tozudez y mi negación había destrozado la única
oportunidad de ser feliz a tu lado. Más tarde pensé que si tú querías ser feliz
conmigo pese a todo y yo fui tonta, ahora tenía que luchar por cambiar eso y
sacarme ese velo que he llevado tanto tiempo. Ahora ya tienes la verdad, ella
fue mi sacrificio de juventud y mi mayor dolor, pero tu eres mi alegría, así
fue desde que te conocí aunque no me lo quería reconocer, solo espero que tu me
perdones por empujarte lejos de mi y rendirme cuando tu no lo hiciste.
Abrí los ojos dejando la mirada colgada del fuego y su
baile, tras tanto tiempo volvía a llorar por aquel día, y también por que ella
no comprendiera o me rechazara, ahora sentía tanto miedo como aquel día,
entonces luchaba por mi vida y su muerte,
ahora mi futuro y por ella, hay que ver como cambian las cosas.
Una mano calida se cobijó en el hueco de la mía, baje mi
mirada y pude ver como sus dedos se entrelazaban tímidamente con los míos, mi corazón
se agolpaba a mi pecho queriendo destrozarme este para escapar de emoción,
busqué sus ojos sin dejar de temer que vería en los suyos, y lo que encontré
fue tanta ternura y miedo que no pude más que volver a tomar sus labios como la
primera vez que la besé….
Algo me golpeo con una fuerza descomunal lanzándome al
suelo, si ya de antes me dolía la espalda y las piernas del esfuerzo, ahora me sentía
morir, era como si algo me estuviera apretando entera y quisiera
destrozarme entera, no comprendía que ocurría
era imposible entender nada, Serena de pie tiesa y sujetándose el cuello como
si alguien la estrangulara, la vela parpadeaba por una corriente hasta que se
apagó del todo, mi miedo aumentó, yo estaba sujeta por algo que me causaba un
dolor tan atroz como el del accidente y a ella no la veía ya por la oscuridad,
ese algo me libero para usarme como un balón de fútbol al que patear con rabia,
así llegué al fuego que alumbraba una parte de la estancia, y cuando abrí los
ojos otra vez una sombra con forma humana se alzaba sobre mí y sostenía a su
lado pataleando a Serena, si antes era miedo ahora era terror, me enfrentaba a
algo desconocido lleno de odio y sin posibilidad de salir de ahí, menos de
llegar a salvarla, ahora solo quería gritar y ni la garganta me dejaba, se
cerraba por las arcadas tras ser molida a golpes en unos segundos.
Otro golpe me lanzo contra el mismo hogar y note el calor
ardiente en mi espalda, una corriente atravesó la estancia, arrojó una llama
desde el hogar a la vela, esa corriente, mi mente ya predispuesta a estar ante
un espectro malvado, indefensa y con todo algo devolvía la luz a la estancia,
apagaba las llamas de mi ropa y algo fresco me rodeaba alzándome, una forma
oscura se alzaba en medio del bajo, no era sólida pero si tenia forma humana,
de pronto la voz de Serena casi extinta del miedo y el daño que ese espectro le
causaba se escuchó presagiando lo peor…
-
No padre, suéltame, tu no tienes derecho a entrometerte
ni lugar ya entre los vivos, déjame, no sigas como cuando viviste, ¿no te das
cuenta?.
Se la escuchaba aterrada, me pregunte si estaba lucida, si
en verdad pensaba que eso era su padre, y por otro lado tras la demencia del
mismo, me pregunté sino seria verdad.
El cuerpo de ella fue zarandeado y un bramido retumbo al
faro, me quise lanzar a cogerla y sacarla de sus garras, si es que tenia alguna
posibilidad, intente moverme pero mi cuerpo estaba tan adolorido que ni me sostenía,
algo distinto me sujetaba con ternura, tardé en darme cuenta, busque a mi
alrededor temiendo encontrar algo tan horroroso como ese ser, pero algo dulce
me acariciaba, sentía alivio en las corrientes frescas que me recorrían y una
especie de paz, algo me hizo pensar en un ángel.
“tranquila cariño, ella estará bien, ahora es mi turno darte
todo cuanto tu me regalaste y liberar este lugar del mal que se cierne, se
acabó la pesadilla del pasado, ahora toca vivir con las mimas ganas que ella ha
luchado por ti antes y ahora, pues lucha por que no te dañe, y no lo va hacer
mas, ahora estoy aquí como tu estuviste para mí , ¿recuerdas?
Esa voz dulce y apaciguante me recorrió entera como una
caricia de agua salada, y los recuerdos dulces contenidos en mi memoria desde
otro ángulo de percepción empezaron asomar a mi mente, era como verme desde
fuera… Era como verme desde los ojos de
Estela. Y fue cuando reconocí en el fondo de esa canturreo su voz pero sin ese
pesar de antaño, ahora se la escuchaba clara y firme, con tanto amor como
entonces y me sentí eufórica al pensar que no estaba sola para proteger a mi
chica del espectro de su padre.
Como si la habitación pasara ante mi como un relámpago me
encontré sentada al catre y acto seguido una forma clara entre agua y viento
formo una figura mas femenina ante la gran sombra, sujeto al monstruo y lo
mantuvo dominado, sus formas se difuminaban por instantes como si una guerra de
poderes se estuviera desenvolviendo sin casi dar señales mas que del cambio de presión
a la estancia o la luz d la vela, de pronto una mayor corriente vino del techo
y la forma femenina, Estela creció y de pronto el otro quiso huir pero no se lo
permitió, el hogar comenzó a arder con furia, pensé que todo ardería, pero este
creció desmesuradamente sin dañar la estructura y las llamabas se abrieron a
ambas lados como si fuera un camino, una
llamarada se expandió hasta ambos y agarro al espectro, mientras sus alaridos
retumbaban en las paredes y techos; Serena tumbada al suelo encogida se
deshacía en espasmos, estaba tan aterrada que lloraba, a mi las lagrimas
también se me escapaban pero era tanto lo que estaba sucediendo que me era
imposible precisar ya la razón, conseguí dejarme caer al suelo y arrastrarme a
su lado, la abracé y sin dejar de mirar observe como la otra llamarada se
cernía sobre el espectro y tiraban de él
hacia el hogar, como si fuera la boca del infierno y unas cadenas lo forzaran a
ir allá, Estela todavía seguía unida a él hasta que en un gran grito del ser
ella lo dejó ir al fuego y poco a poco se volvió a consumir dejando sólo las
ascuas, el espíritu de ella seguía, su tamaño ya no era tan imponente, pero
seguía ahí a mi lado, y volví a notar su contacto de algún modo percibí que
también sanaba a Serena, o eso creía yo.
“estará bien, Tiara, no dejes de ser feliz, mi tiempo pasó,
pero el tuyo sigue siendo esta vida, disfrútala y se tan feliz con ella como lo
deseas, no retrocedas al dolor, eso ya nada tiene para ti, deja que tu corazón
siga cariño”
después su voz se apagó y las mantas cayeron a mi lado, lo
cuál me permitió echarlas sobre ambas y abrigarnos más, no me atrevía a prender
el fuego de nuevo, tampoco tenia fuerzas, me era imposible creer lo sucedido,
con todo sabia que no era una locura ni un sueño, me abracé a Serena que
respiraba con calma y no me separe evitando dormirme, mi cuerpo me lo pedía del
mismo dolor y agotamiento pero tenia miedo de que volviera a atacarnos, no sucedió,
amaneció despejado, pero no me levanté, esperé a que ella despertara.
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