SERENA
Volvía a tener el móvil entre mis manos, dos llamadas
rechazadas en lo que iba de mañana, mi padre seguía insistiendo, tras ver sus
planes e intenciones para mi no cuenta y tampoco siento deseos de hablar con
él, discutir un caso perdido no me lleva a ninguna parte en conclusión sólo a
disgustarme, en cambio mi madre, no daba ya señales de vida, llamó un par de
veces en los últimos días, en una ocasión conversó con Sam y en la otra con
Adela, ahora era yo quien miraba el móvil anhelando escucharla.
Sam se acercó a mí, ella estuvo dando vueltas cerca de donde
yo estaba sentada sin atreverse acercarse, la fuente cercana a la casa era un
buen lugar de estar al sola y cómoda y ver a todos desde ahí hacer sus
encargos; durante nuestra estancia pasaba mucho tiempo fuera de la casa,
realizando curas a las personas mayores de la zona, comenzó supliendo en la
consulta un día en el que me acompañó a una revisión, pese a que me encontraba
mucho mejor insistían en que fuera cada dos días a que me vieran la herida y
los sentidos por el temor de que algo interno no fuera bien; el médico la
recomendó tras ser impresionado por su eficacia, cada mañana comenzaba la ruta,
mientras yo intentaba recoger las
estancias sin esforzarme, siempre bajo la constante atención de Adela, incluso
un día en su compañía nos acercamos a la mini biblioteca del ayuntamiento en
busca de lectura actual, en ocasiones me
pasaba ratos allí leyendo revistas antes de elegir algo que me agradara,
finalmente elegía alguna cosa ligera, ya que la vista se me cansaba rápido y en
cuanto fijaba más tiempo del que debía necesitaba un analgésico para el dolor
de cabeza.
Al llegar ahí, yo pensaba en olvidar y avanzar en una nueva
vida alejada de todos, esperar a que todo pasara antes de volver y enfrentar
esa parte de mi vida, en cambio muchas de mis horas las pasaba pensando en
ella, la verdad tanto tiempo de ocio no daba a nada más constructivo, en
especial tras las palabras de Adela cuando tocamos el punto de mi marcha.
Sam continuaba a mi
lado, silenciosa e incomoda, es inquietud suya me hizo sonreír, se le notaba
enseguida cuándo algo la preocupaba, se volvía más silenciosa y distante, hasta
que decidía y entonces se le notaba cierta inseguridad mientras se esforzaba en
cumplir con lo que llevara en mente, eso me recordó que distinta se volvía en
otras situaciones. Recordé de nuevo la visita con ella al médico, las
secuencias de sus curas improvisadas en la sala de espera, en especial con una
madre histérica con su niño sangrando a causa de un corte que se hizo al
romperse un cristal, entró toda pálida detrás del niño que cargaba Adela, el
médico estaba ocupado en una urgencia de vida o muerte, realizándole la
respiración cardiaca a un hombre enfermo del corazón y que había entrado en
parada, Sam tomó l a iniciativa cogiendo al pequeño que temblaba de miedo, fue
difícil no sonreír entre tanta tensión al ver a Adela darle un empellón a la
madre y ordenarle que ni se acercara, acompañó al crío mientras Sam le
distraía, apenas llegó la ayudante con gasas, desinfectante, vendas más el hilo
y la aguja, Sam se lo arrebató todo sin dejar de hablar con el pequeño, comenzó
a curarle y luego a coser el corte, en dos minutos la hemorragia controlada, el
niño perplejo mirándose la mano y la madre muda, eso sin contar que el resto de
pacientes estupefactos y admirados sin saber que hacer; los que vimos al niño esperábamos
más histeria, ya que tenia unos 8 años y se le veía muy asustado, el niño respondía
entre hipidos a Sam cada vez que le preguntaba algo manteniéndolo distraído de
lo que hacia, así supe que se llamaba Salvador, el niño la miraba con adoración
y al volverme para tomar asiento de nuevo, comprendí por laminada de todos que
en ese instante se había ganado el aprecio y confianza de los presentes…
Mientras todo esto pasaba por mi mente, yo esperaba a que
ella me hablara, sabia que ese algo tenia que ver conmigo, de otra manera no
estaría tan inquieta y silenciosa esperando.
-
Serena…
-
Dime.
-
Estuve conversando por teléfono hace unos días y…
Esperé, algo me hizo pensar que quería marcharse y pensaba
despedirse de mí. Mientras la miré de reojo, cada vez más nerviosa, algo me
dijo que más que fuera conmigo en especial, que tampoco era que quisiera
marcharse como predispuse, era algo que le afectaba a ella y puede que a mí…
-
Tendremos visita en unos días, les di la dirección, han insistido, sobretodo
desde varios incidentes, te aviso para que te hagas a la idea, sé que no has tenido ánimo de hablar con ellas, ni de
explicarte; están preocupadas y sé que en el fondo necesitas a tu madre, al
igual aclarar tus conflictos, puede que yo también, siendo sincera pero ignoro
si estoy lista, bueno creo que lo dije todo.
Yo en cambio no era capaz de decir nada ante tal revelación,
una única pregunta venia a mi mente, con un nudo en la garganta y una presión
de ahogo en el pecho conseguí pronunciarla.
-
¿Tiara también?
-
Sí
Mi corazón aceleró a mil por hora, una especie de ansiedad y
terror me llenó, era como estar en una montaña rusa de emociones sin control,
sin despedirme me marché, eché a andar sin un rumbo fijo, no saludé a nadie, me
era imposible y mi único deseo era alejarme de todos, era lo que mas necesitaba
en esos momentos, huir.
Por alguna razón no quería detenerme a descansar, cada vez
que aminoraba el paso era presa de mis ganas de llorar y el ahogo, con todo no
me alejé del a casa, esquivé las zonas
concurridas, cuándo ya no pude más me dejé caer en el árbol más grande de la
zona forestal, detrás de la casa de Adela,
en dónde había oculto un antiguo pozo cubierto por hiedra, se les prohibía
a los niños ir para evitar accidentes, yo ya conocía su ubicación gracias a Adela que me lo mostró el día
anterior; ya no fui capaz de contener las lágrimas, ni el miedo que me
atenazaba hasta que la desesperación me impulsó a golpear el tronco, aún dañándome
yo no cedía, continuaba en mi empeño de liberar todo contra el tronco, hasta
que alguien me rodeó por detrás sobresaltándome, mis manos fueron sujetadas por
otras con aspecto ya rugoso y femenino, al instante lo supe, Adela era quien me
contenía, ella seguía pendiente de mí, cuidándome sin importarle que yo amara a
Tiara, ella continuaba a mi lado sin esperar nada.
Ignoraba como sentirme al respecto a ella, tampoco el cómo
mirar a Tiara tras lo ocurrido con Adela, el saber que hacer ahora y en un
futuro para mí era el mayor de mis problemas…
Mientras mis sollozos de confusión e impotencia
convulsionaban mi cuerpo, ella me giró hacia sí, con sus dedos limpiaba mis
lágrimas y luego me acunaba en un
abrazo, era como volver a estar en brazos de mi madre siendo una niña.
Así estuvimos bastante tiempo, cuando la necesidad dijo, nos
sentamos a la raíz del gran pino, en mi vida había visto uno tan grande como
ése, el diámetro de su tronco era tal que era imposible rodearlo y abrazarlo
con los brazos, su sombra era un bálsamo para quienes buscaran su frescor, era
como ver un titán de los bosques y mientras mi mente divago en la cantidad de
historias que habría sido testigo a lo largo de su existencia.
-
Sabes, éste pino pronto será talado, está enfermo y
pronto será un peligro sentarnos a su sombra, ya que sus ramas no se sostendrán
podridas por la enfermedad, he pasado
una vida mirándolo desde mi casa, admirando su majestuosidad y ahora cuándo
llegue la hora veré su final, seguiré mirando su lugar vacío y triste sin esa
presencia imponente y su acogedora sombra…. Lo echaré mucho de menos.
Era como decir que ella seguirá ahí sola mientras todo lo
que ama desaparece, me sentí muy apesadumbrada, todo ello me hizo pensar en mi
madre en como estaría por mi lejanía y más culpable me sentí, cada vez
necesitaba más hablar con ella y
disculparme, también pensé en
pedirle a Adela en que viniera con nosotras, luego caí en la cuenta de que ella
no querría alejarse de sus recuerdos.
La rasca del anochecer me estremeció, me di cuenta que
apenas llevaba algo que me cubriera y también que tanto rato sin moverme era
normal que tuviera frío, me incorporé sacudiéndome las agujas de pino de los
pantalones, Adela me imitó algo más lenta cuando intenté
descender la pequeña pendiente en donde estaba el pino ella me detuvo, me volví descubriendo que sostenía su móvil
en la oreja, asentía a la vez que respondía, yo no escuché la llamada y
comprendí que llevaba el audio apagado en estado silencioso.
Al terminar se me quedó mirando lo que me puso muy nerviosa
y en estado de alerta, sin decirme nada avanzó adelantándome, la seguí
extrañada y a la vez preocupada, un presentimiento me decía que algo no iba bien.
Al llegar llamó a Sam a gritos, no esperó ni a llegar a la
sala, ella acudió corriendo y frenó en seco delante nuestro, me miró de un modo
extraño como si esperara encontrarme más descompuesta, al menos eso pensé por
su gesto.
-
Coge el coche y ves con él a la central de correos de
la costa donde desembarcan los ferrys, la del almacén grande, se le conoce como
el de los canarios por una casa colindante llena de éstos, con un jardín
cubierto para que no escapen, ahí vive un amante de ellos así que no te
sorprendas, todo el mundo la conoce, hay que hacer una recogida urgente, ves
rápido te esperan, no me han podido avisar antes y es algo que no puede
esperar, lo siento.
Sam marchó como alma que lleva al diablo a cambiarse y las
llaves, ni pregunto ni nada, simplemente se limitó a cumplir lo que le pedía,
pasó a mi lado como una exhalación sin despedirse.
Una vez solas Adela comenzó a carraspear, la actitud de
ambas me era sospechosa, la observé preocupada, finalmente con una voz un tanto
pesarosa me pidió que la acompañara, así lo hice y una vez en la cocina me
indicó con un gesto que me sentara ala mesa, eso me recordó la primera noche en
su casa, ella mientras se dedicó a preparar un té, al volver a la mesa con
sendas tazas preparadas y el horno ya en marcha, el cual desprendía un rico
aroma a pescado y especias, se sentó frente a mí, volviendo a carraspear antes
de tomar un sorbo de su taza.
-
Verás, Diana acaba de llamarme, según me ha contado
acaban de llegar a la central de correos de los canarios, lo han hecho en el
transporte postal, ocultándose de tu padre, éste ha atacado a tu madre y su
nieta a dispuesto sacarlas de Claustrom para protegerlas y sin ser vistas, Sam
ha salido a recogerlas, tu tía y Tiara tardarán algo más, se dedican a
cubrirles las espaldas y dejar todo arreglado antes de que él se de cuenta de
todo.
-
Mi madre, ¿cómo está?
-
Bien, agotada por la tensión, magullada por lo que me
han dicho y asustada por la nueva línea de acción de tu padre, piensan que está
perdiendo la cabeza, me han dicho que te reclamaba, ahora Diana está también
deshecha por lo que le pueda ocurrir a su nieta, así que ten fortaleza, tu
madre necesita tu apoyo y afecto, por lo que sé ha sido todo muy rápido y de
golpe.
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