TIARA
Tantas revelaciones de golpe me impidieron dormir bien, cada
vez que lo conseguía las palabras de mi abuela y sus recuerdos, se volvían en nítidas
escenas de terror en mis sueños y despertaba alterada. Intenté no molestar a nadie, hasta que yo me llevé la
sorpresa, cuando ya eran las cuatro de la madrugada y volvía a sufrir la
pesadilla me encontré con el rostro de Mel observándome, desde un sillón al pie
de la cama, el mismo que yo usaba a la sala antes y subieron a mi cuarto para
que no estuviera siempre a la cama.
Estuvimos mirándonos en silencio bastante rato, su rostro
demacrado dejaba constancia de los momentos tan difíciles por los que pasaba,
ésa tarde mi abuela llamó a Serena a modo de suplica por el estado en el que
ella se encontraba, más tarde escuché desde la entrada de la casa dónde tomaba
el aire el cómo Mel se alteraba tras una llamada, ignoraba quien llamó y la
causa que provocó su falta de control habitual,
después de lo ocurrido con su exmarido, cualquier cosa podía provocarla,
en la tensión en la que se encontraba no era de entrañar que sus limites fueran
superados, eso sin contar que una llamada de su abogado confirmaba la negación
del hombre a un trato de separación de mutuo acuerdo, las cosas se presentaban
más tempestuosas todavía…
Yo en cambio me preocupaba no saber nada de Serena, también
el recuperarme pronto y no ser una carga y el asunto de lo de mi abuela, el
cuál era algo que por el momento me superaba, necesitaba tiempo, eran
decisiones que en sí formaban parte de
una cadena de acontecimientos que acondicionarían mucho mi futuro, antes de
acceder necesitaba arreglar mis otros asuntos y aprende a defenderme con la
nueva situación.
La peor parte la cargaba mi abuela, por un lado mis
problemas siempre la habían afectado y ahora había que incluir los de su pareja
y su ansia por ayudarla y protegerla, a fin de cuentas así ha sido ella siempre
todo un pilar de apoyo y protección para todos, espero que todo pase pronto sin
mayores problemas, aunque eso seria ser demasiado optimista.
Nos seguimos mirando un rato hasta que ella se acercó a mi
cama, no le dije nada ahí se quedo un momento con la mirada en las sabanas
hasta que se le escapó un suspiro incomodo y me miro con esa preocupación que
ya le noté horas antes.
-
escúchame Tiara, tu abuela no quiere contarte nada para
que te centres en recuperar y no pienses en nada más mientras decides que hacer
con la carga que ella ya sostiene una vida sobre sus hombros, en mi opinión se
extralimita y puede sufrir un colapso, necesito que sus cargas y preocupaciones
sean aligeradas y para eso ella tiene que
entender que no puede hacerse cargo de todo, y que los demás estamos aquí no
solo ella, además hoy hemos tenido una mala noticia extra se niega a que lo
sepas pero la ultima palabra la tengo yo, asi que te voy a contar un poco lo
que pasa y también lo que pienso.
-
De acuerdo te escucho y habla bajo que ella se entera
de todo.
-
Serena se negó a hablar hoy con nosotras, también le
paso el teléfono a la mujer con la que conviven y no nos dio la dirección,
luego nos llamo la misma mujer pidiendo datos médicos de ella, se ha desmayado
Tiara y al caer se golpeo en la cabeza, hace un par de horas me volvieron a
llamar y se puso Sam al teléfono confirmando el accidente y que me
tranquilizara por que estaba consciente y razonaba elocuentemente, eso ya me ha
calmado lo suficiente como para saber que esta fuera de peligro, le dolerá la
cabeza y tendrá que guardar reposo hasta que le baje la hinchazón y se
recupere, es mejor no forzar los sentidos, eso es lo que me tiene tan
intranquila y tu abuela no para de estar pendiente de mi por todo lo sucedido.
-
Que crees que puedo hacer, de entrada intento que no me
ayude y valerme por mi misma, pero ya la conoces no deja nada de quienes la
rodean sin involucrarse, si la aislamos no lo va a tomar a bien y te aseguro
que es muy rencorosa.
-
En una semana, vamos a salir de viaje, todas, el correo
se ocupara Sofía ya nos ha pedido que nos alejemos un tiempo, últimamente tanto
mi ex como Jacobo pasan tiempo juntos y estamos muy inquietos por lo que
tramen, tenemos idea de ir a dónde esté mi hija, aligerar preocupaciones de
todas y tensiones, alejarnos de todo hasta que se resuelva y podamos poner
freno a lo que tramen, hazte a la idea y asegurate que Diana no pueda estar
cargando con más, me da miedo perderla por excesos y cada vez descansa menos.
El corazón me dio un vuelco al escuchar la noticia de ir al
lugar en donde estaba ella, también me recorrió un escalofrió al comprender que
la salud de mi abuela peligraba, entendía muy bien lo que me pedía. No era ni
por ella, ni por mi, no era por ver a Serena, sino para que ella dejara de
sufrir por nosotras y asi que no cayera enferma, era algo que no nos podíamos
permitir y tampoco que nos llegáramos a perdonar en la vida.
Asentí y un cierto alivio inundó a Mel, todo lo que contenía
lo estaba liberando y cuando su cuerpo se relajó un temblor hizo presa de ella,
parece que al bajar la guardia la ansiedad hizo presa de ella, ya lo había
visto antes cada vez que Estela recibía un ataque tras una situación limite con
su padre, la abrace y la mantuve conmigo como en un pasado ya hice, esperando a
que pasara y pensando que no permitiría que cayeran enfermas por mi, y que cuidaría
todo lo que pudiera de ellas, en esos instantes no tenia a nadie más, ellas
eran mi familia.
Ella quedó dormida tras el agotamiento, empezaba a pensar
que mi cama no era exclusivamente mía, de alguna manera muy seguido acababa
durmiendo en compañía sin proponérmelo, la verdad que la situación tenia su
punto de humor, excepto la persona a la que amaba había dormido con casi todas
las mujeres de esta familia.
Durante una hora mas estuve en la cama despierta pensando en
que hacer, finalmente decidí levantarme y bajar a la cocina a preparar el
desayuno, allí encontré a Natalia, se la notaba distraída y perdida en sus
pensamientos, tomaba un vaso de leche o mas bien lo miraba sin verlo, se lo
saque de delante y es cuando reparó en mi, me observó algo incrédula, le
indique con un gesto que viniera conmigo a ayudarme, mi abuela era muy
madrugadora, solía desayunar y salir al huerto, asi que hoy era momento de
hacer el desayuno nosotras, ella siguió mis indicaciones, en media hora todo
listo, Salí al exterior en donde el rocío de la madrugada y el frío me dejaron
la piel de gallina y tiritando, abrí el agua de riego y lo deje correr diez
minutos, aspire y me centré en el esfuerzo de volver al interior de la casa, allí
encontré a ambas conversando muy cordialmente y sentadas a la cocina, apenas
entré mi abuela hizo por levantarse y la detuve con una mirada de reproche,
ella se quedo quieta y algo dolida, se tendría que dar cuenta antes o después
que no puedo depender de nadie si quiero avanzar.
Me pregunto entre sorbo y sorbo el por que estaba en mi cama
Mel, me eché a reír, eso eran celos en estado puro, la miré y dije que vino a darme
consuelo tras una pesadilla recurrente y me miro algo incomoda,
supongo que se sentía mal por no haberse dado cuenta, le explique que la note
tan agotada que tras abrazarla ella se quedó dormida, y la dejé dormir, no era
toda la verdad pero tampoco iba a inquietarla y romper la confianza de su
pareja en mi.
Pase el día alejándome de mi abuela, poniendo distancia
entre ambas y negando su ayuda cuando ella lo intentaba, finalmente se marchó a la taberna molesta, así seguimos
tres días más con la visita de Mel para inyectarme los calmantes, en esos
momentos me explicaba el como notaba a mi abuela y sus mejoras en el descanso y
que la tensión ya no andaba por las nubes, todo un alivio el que ella se
estuviera recuperando aunque no admitiera que lo necesitaba.
El resto de la semana seguimos así, Natalia se ocupaba de
los desayunos, Mel la comida y yo las cenas, así nos fuimos repartiendo las
horas para estar en la casa y asegurarnos de no pasar más percances, a la
oficina ella solo subía el correo y yo lo archivaba, cada vez me sentía más
fuerte, y entre Natalia y yo nos ocupamos de preparar las maletas, Mel de
zanjar sus asuntos mientras yo tenia a mi abuela a mi lado, poco a poco Edmundo
pasaba más seguido por correos, se fijaba en lo que hacíamos y tomaba notas, mi
abuela aprovechaba para preguntarle cosas sobre los asuntos de la comunidad y
su secreto, yo escuchaba en la distancia evitando meterme, de vez en cuando recibía
miradas de soslayo de Edmundo, el se dio cuenta que estaba pendiente y un cierto
deje de complicidad nació entre ambos, cada vez tenia más claro que era algo
que no podría esquivar…
Llegaba el fin de semana y apareció corriendo mi doctora con
los ojos brillantes y una sonrisa, me mostró un mensaje en el que aparecía la localización
de su hija, ambas respiramos felices y aliviadas, la volveríamos a ver en unos días.
Justo pensábamos en eso cuando entró el ex, yo cogí el móvil
para que el otro no se diera cuenta, ni siquiera se percató de mi gesto, en dos
segundos la oficina estuvo llena de gritos y amenazas, reclamaba a su hija y
ninguna le respondimos su desprecio cayo sobre mi además de tratarme de
lisiada, la ira me consumía, el se lanzó sobre Mel cogiendola del cuello, yo me
levanté gritando, la agitaba y en un instante en que vi como ella caía al suelo
forcejeando con el encima, cogí el teléfono de la oficina que era antiguo y
pesado y se lo lance a la cabeza, lo dejo muy aturdido, las puertas se habían
abierto segundos antes dando paso a Edmundo que siempre se acercaba a la hora del
cierre, no tuve tiempo de decir nada, en un segundo el hombre era arrastrado al
exterior sujetado por el cuello de la camisa, pataleaba como un niño y gritaba
rabioso, un gemido me confirmo que ella seguía consciente y me apresuré por
llegar a su lado con mi silla de ruedas,
un chichón se le notaba a la frente, sus nodillos raspados en el forcejeo, su
garganta mostraba las marcas de las manos de él, le costaba respirar, unas lagrimas ya caían
por su rostro y sus ojos enrojecidos por un llanto que contenía, entre
temblores logró ponerse en pie, decidí que esa noche debíamos marchar, primero
al apartamento y luego con Serena. Llame a Natalia la única que sabia el lugar
donde estaba el apartamento del que me habló, le conté lo sucedido y se alteró,
le pedí que mi abuela no supiera nada, que viniera leí una nota que me extendía
Mel, me sorprendía que fuera capaz de escribir en ese estado, en el papel pedía
una pomada, se lo pedí a Natalia y enseguida me colgó, me levante y ayude a
sostenerse a mi doctora y en esos instantes protegida, apenas ella me abrazó
las puertas se abrieron de nuevo, un policía seguido por Edmundo entró presentándose,
no hacia falta ya lo conocíamos, supongo que por cortesía y pidió que le contáramos lo sucedido, así lo
hicimos y Edmundo lo corroboró todo, nos ofreció su ayuda y escolta, nos
negamos y así se retiró.
Las cosas se estaban volviendo muy violentas, me sentía como
si reviviera los días que pase en la locura de Estela bajo los golpes de
Jacobo, mis dientes rechinaban mientras la guiábamos a un asiento, pedí la
atención de Edmundo y le expliqué lo que tenia en mente, la camioneta de
correos para el exterior debía salir en tres horas, en su interior saldrían su
abuela y Mel, le pedí que condujera él como de costumbre y las llevara fuera de
la isla, también sus enseres, le expliqué que
a la mañana siguiente iríamos Natalia y yo, así evitaríamos más
sospechas, era lo que teníamos pensado para dentro de dos días, las cosas se
precipitaban, Mel me miró fijamente y me tocó confirmarle que yo cogía el mando
de nuestra situación así como del puesto de mi abuela…
Edmundo me abrazó impulsivamente y fui consciente de cuanto había
esperado mi ayuda entre tanta gente mayor, casi todo debía de depender de el y
unos pocos, por el momento no me iba a preocupar de eso, ahora era proteger a
mi familia de la locura de ése hombre.
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