LXXXII
Siguiendo los
designios del corazón,
Nos encaminamos a la
trampa eterna,
De ampliar esperanzas
e ilusiones
En unos limites que
no razonamos.
Es ciega la fe,
En su justa medida
sin comprender,
Que uno ama
esperando,
Alcanzar la plenitud,
Sin esperar jamás la decepción,
Hasta que esta llega
en su soberbia
A destruir los
castillos ilusos
De otra alma
inocente,
Esperando ser feliz.
Son cuentos de hadas,
Donde se sufre y
luego todo se gana,
Son príncipes fantasía,
Aquellos que
ilusionan para nada,
Ya que sin pretensión
y perjuicio,
Se quiere ganar un
tesoro
Sin contar su valor
al mercado…
Matrimonio es un
suicidio,
Costes reproches y
desperdicio,
Te tiempo, ilusiones
y promesas,
Nunca se lía uno si
piensa
Que nada es para
siempre
Y todo tiene un límite.
Para llorar que
canten las ranas,
Que llueva largo y
tendido,
Que todo el mal se
lleve,
La tormenta y el
tiempo,
Que luego llegaran días
alegres,
Soleados y
esplendidos,
Donde alrededor veras
robles,
Jardines y belleza,
Como cada primavera,
Una luce una sonrisa,
Y las ganas de vivir
en armonía,
Ya sea sola o en
compañía,
A caminar cada día
Con la cabeza bien
alta y digna.
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