Caen goterones que amenazan con empaparnos, con deslizarse por nuestra piel y enfriar nuestro contacto….
Es un manto espeso que cubre nuestro alrededor, triste y sin
alma que trae la nostalgia, el recuerdo es una gota más de esa lluvia, la
amargura el aroma que trae consigo, y siempre cubierta bajo el paraguas
ocultando esa mirada apagada que ya nada espera.
Los pasos recorren surcos que esquivan los charcos ya sean
de las lagrimas del cielo o de las propias, esquivan el contacto con la realidad,
evitando así mirar mas allá de esa cortina de lagrimas que cubren nuestro
rostro y el del cielo.
El cielo pierde con el tiempo el vigor de antaño en sus
campos, una persona pierde la felicidad y el ánimo de seguir adelante con una
sonrisa, una mirada al futuro, un sueño que nos imponga la motivación que todos
conllevan en su interior…
A veces el ver la mirada risueña de ese ángel que siempre
ansiamos besar fue el influjo de nuevas fuerzas por sonreír, pero si el ángel
pierde sus alas, cae en la desdicha de la decepción, y busca un nuevo pedestal
en el que ser feliz, una alma dichosa se rompe en pedazos para encontrarse
sola, triste y sin alma que desee surcar el camino de la vida en su velero de
expectativas y sueños.
Lluvia que es desplazada con el paraguas en el que nos
cobijamos, cae incesante ya sea a la vista de todos o en el interior de uno
mismo, y siempre llevando ese paraguas abierto ocultando la verdad de esos
charcos que ocultan las sonrisas pasadas, esa lluvia que oscurece la mirada y
el mundo que nos rodea, y el camino es un barrizal que quien sufre lo siente,
quien no lo ve no lo comprende, a quien no le importa lo ignora, y crece si uno
no se repone ante el mal tiempo, aun así digan que hay que ponerle buena cara.
1 comentario:
"Indudablemente muy hermoso y cierto este escrito, sigue adelante deleitándonos con bellos escritos, muy agradecida por todo……………… Carmen"
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