Bajo la perezosa caída del sol, ya en alta mar una mirada
somnolienta se pierde en el infinito, con voz sumisa el oleaje mece con su
baile la embarcación ya cascada por los años.
Tantas almas en pena que ya no encuentran el rumbo y se dejan llevar por los infortunios, como
medio natural de la vida, ya perdieron las fuerzas para continuar la travesía…
Años de temporales bajo el viento, proclamados del miedo,
azotada por la bofetada de una mar crispada, son sus aguas las mismas que te
abrazan en sus días dulces ofreciendo el paraíso, las que a su vez buscan
naufragar con su rabia nuestros restos.
Pasan las horas bajo ese recuerdo, el orgullo de ser una
superviviente, devuelve la sonrisa a ésa mirada ya apagada por el
cansancio, que contempla en su
divagación los cielos, siguiendo la estela de unas las plomizas de deja un
albatros, guía indiscutible de muchos con ése anhelo de esperanza, o por
ende la sombra de la catástrofe para los
más desafortunados o confiados.
Albatros, conocedor de los vientos, espíritu luchador que
siempre se lleva consigo los secretos del mundo que le rodea, un guía en la
destrucción que busca alcanzar la libertad, y son tantos los desesperados que
desean alcanzar bajo el roce de sus alas los tesoros de sus almas perdidos en
el pasado, quizás joven pero sabio, quizás
aventurero pero cauto, siempre vuela evitando el mal de la oscuridad.
En sus alas oscilan los vientos de un viaje que con gozo alza con su alarido,
a la llamada de los cambios. El sol se oculta en el horizonte mientras su
sombra enmudece el graznido solitario de un nuevo reto por nacer.
El eco de los pensamientos se adormecen, el cielo amigo de
las almas perdidas lucha contra los advenimientos, un nuevo temporal se cierne
a ésas aguas engañosamente tranquilas…
El albatros huye, tras él, aquellos de miradas somnolientas
que recuperan su voluntad y las ansias de luchar de nuevo, para seguir el graznido del guía que se eleva por los
vientos que no arrecien con coraje, en busca de aguas que acompañen su sonrisa
aventurera.
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