Pues eso es lo que yo veo hoy por la calle, hormigas
laboriosas a la llegada del otoño, siempre apresurando el paso, intentando
tener tiempo para todo y en nuestra sociedad, medios para cubrir cuanto se
precisa.
Somos comunidades de hormiguitas que recogen lo que al día
de hoy nos sirve, volvemos a los tiempos remotos de la posguerra que a falta
siempre viene bien lo que el prójimo tire…
Un grupo de hormigas siempre buscando que se dirá por aquí y
por allá, ya poco les preocupa el nuevo comienzo y el invernar a nuestras casas
por el frío y la tristeza de no salir como antes al sol.
La mayoría corren tras sus larvas asustadas del mal que
viene con los nuevos vientos, siempre alguna mas espabilada gritando, “ande vas
con tanta prisa” y siempre la misma respuesta, “a que no me pille el toro”.
Venga, venga, que el tiempo corre, las lluvias llegan y en
el fondo todos gritamos por fin el calor se marcha, pero el correr ahí sigue
sin dar respiro a nadie.
Con las lluvias el reuma vuelve, con el frescor los dolores
se dejan notar, y un deje de tristeza llega a algunas miradas, ahora todo va a
ser mas difícil, el ánimo es eso, un cambio y como todo uno siempre ha de
pensar, ya pasara y vendrá lo bueno.
Y si por si se duda, estas hormigas siempre esconden su
genio, en un garrote bien escondido, para las avispas que busquen dar mas
estragos en sus vidas pues no son pocos, ya sea que al mal tiempo buena cara,
no es precepto de ser idiotas, simplemente no se rinden y siguen recolectando
la fe de que todo cambiara y de paso un día liarse a bastonazos con aquellos
que les causen ofensa y rabia, ya pues de alguna manera ha de salir el malestar
general.
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