Tras una noche de copas tuve la suerte de quedar con una
preciosa morena de ojos de dulce caramelo,
cabellos cortos bien erizado, su
espalda fuerte y firme me traía mas de una fantasía cuando la miraba bailar y la tentación de rozar
sus senos llenos me pudo en pleno baile… se dio cuenta y una mirada seca y
firme me calló de arriba abajo, sonreí algo coqueta y tímida, pues en ese
instante me sentía intimidada y atraída al mismo tiempo…
Su cuerpo de piel tostada apenas cubierto con un top oscuro
y una mini falta bien ajustada a sus curvas,
para luego ser resaltado con un chaleco hasta las rodillas de redecilla
blanco le daba un aire sensual y muy llamativo…. Las luces resaltaban la
redecilla en la oscuridad y su sonrisa…
Las miradas intensas, provocadoras fueron nuestra tu a tu toda la noche, algún roce, de ven en cuando, hasta que cerraron y allí solas a la puerta mientras el resto se despedía o cambiaban de escenario, el primer beso exclamó en la noche, con mil fuegos artificiales sobre nuestra piel, hasta que el esfuerzo de separarnos para pensar fue incluso doloroso.
Subimos a su coche y su risa obtuvo toda mi atención durante
el trayecto, su acento latino aterciopelado me arrancaba el aliento con cada
silaba….
Mucho debí tomar entre bailes y miradas insinuantes, ya que
no recuerdo nada mas de entonces, despertando
sin sostén y sujeta por unas esposas a
una barra de madera en la pared, de un dormitorio de ensueño, que irradia erotismo
y sensualidad como un mantra que atrapaba los sentidos.
Un sonido atrae mi atención a la puerta que se abre frente a
mi, por ella entra ese demonio envuelta
sensualmente en cuero rojo, acariciando algunos muebles con sus andares
felinos, su mirada intensa en mi y sus manos rozando un escaparate bien
presentado de plumas y frascos.
Se detiene a unos cinco pasos de mi persona, pasando sus
manos por el cuero de sus piernas, luego alza una hacia su boca y se muerte el
dedo índice antes de volverse y retirarse de mi incitándome más y a la vez desesperándome
ese alejamiento… estoy entre el cielo y el infierno.
Toma una de las plumas con su mano derecha sonriendo, con la otra un pequeño atizador de tiras de
piel, empiezo a temblar ante las mil ideas que me vienen a la mente con sus
intenciones, dudo entre temerla o seguir excitada….
Una vez frente a mi,
introduce el atizador del tamaño de su mano, en su cintura, lo mantiene a mi
vista cerca de su seno izquierdo cubierto ligeramente por una tira de cuero que
le cruza el torso, manteniéndolos erguidos y mas apetecibles. La pluma comienza
a recorrer mi cuerpo y tras ella en ciertos puntos su aliento con algún ligero
roce de sus labios, recorriendo mi piel cremosa que ahora arde con su cercanía
y se estremece con sus roces.
Disfruto así por largo tiempo hasta que llega a mi ombligo e
impulsivamente alzo mis caderas en su busca, su mano me detiene bruscamente y
me empuja a mi posición inicial, ahora no hay calidez en sus movimientos, sus
ojos demuestran fiereza antes de volverse de nuevo y dejarme admirando su
espalda hasta llegar a su cama, desde
dónde me observa en silencio, mientras dibuja por su torso círculos con la
pluma.
La frustración comienza a tomar forma en mí con tanta
excitación insatisfecha, siento que ella disfruta con mi malestar y una rabia
empieza a subir por mi garganta con un abrupto gruñido.
Ella sonríe satisfecha, se acerca con calma de nuevo a mi, y
me agarra de las caderas, sus manos hábiles comienzan a desabrochar mis
vaqueros sin dejar de mirarme a los ojos hipnotizándome de nuevo, robándome el
aire y la cordura con cada segundo, casi sin darme cuenta me va bajando los
pantalones a la vez que ella desciende
abriendo sus piernas en forma de V, me libera un tobillo y me termina de
quitar un camal, vuelve a sujetarlo con un ligero beso al tobillo, repite el
acto con el otro y yo ni intento escapar, solo deseo que me toque.
Alza su rostro de cara al mío desde abajo, pudiendo ver mi
cuerpo totalmente desnudo y mi sexo palpitante a unos centímetros de su rostro,
sin volver a ponerse erguida me atiza por sorpresa en la pantorrilla con el
instrumento de piel, sobresaltándome, me escuece pero luego su boca cubre el
mismo punto con besos y una nueva sensación toma forma en mi cuerpo, ardor y
placer de una sola vez…
Este ritual se repite mientras sube por mi lado derecho
hasta llegar a mi cuello, donde termina devorándome la boca pasionalmente,
mientras me deshago en temblores y mi sexo humedece mis muslos como nunca pensé
que pudiera pasar.
Con voz ronca, solo alcanzo a decir, “deseo más”.
Mi cuerpo lucha entre
el placer y la liberación una y otra vez, bajo la caricia firme y controlada de
ese pecado moreno, que me prende con una sola mirada.
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