Heraldo que alza su lanza, confiado, alza la voz y clama,
tras el miles de voces lo siguen, ciegos y deslumbrados lo apoyan, con esa fe
del creyente se inclinan ignorando los vientos. Mientras temeroso y dudoso, un
escudero lo persigue, buscando palabras de razón que refrenen el entusiasmo,
que den conciencia del peligro, sabiendo que es inútil ante la tenacidad y
voluntad de este heraldo al que sirve.
Amo de la confianza, señor del valor, donde la voluntad es
su espada, la fe su escudo y su razón la verdad, levantando un pueblo hastiado
de ser rebaño de avariciosos, luchando
contra el poder y el control de esos molinos que siembran discordia y odio, en
la tierra y el alma, la nueva sangre de Don quijotes se alza en este nuevo
siglo, soñadores y fieles a sus orígenes, en busca de ese equilibrio que
devuelva la fe a las raíces de una tierra martirizada.
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