Son raíces lo
que nos amarra a un lugar; son recuerdos lo que nos impone la añoranza al
suspirar; son esperanzas lo que nos da fuerzas a luchar; son las palabras las
que guían y escenifican la voluntad; somos uno mismo el que siembra, talla y crece
a la luz del mundo, nuestro ser por encima de la tempestad.
Un matojo es
suficiente para tener un sentido en esta vida, en ocasiones se desconoce su
origen, en otras solo es una hierva a la que ignorar, y luego te haces a la
idea de que ahí sigue y vives con su presencia.
Un matojo que echa raíces a tu lado, que crece y crea una sombra superficial a tus pies, con el tiempo su raíz se fortalece y nace un nuevo ser al que admirar, nunca esperas encontrar a tu lado un ser con tanta belleza oculta, te da ánimos a seguir, va tomando mas lugar en tu vida, dejando de ser ese matorral y creciendo en presencia y admiración, hasta ser un gran palo que se yiergue firme en su creencia que ése es su lugar, en medio de la nada, allá en donde uno mismo se ve sin rumbo, hasta que su sombra nos trae paz y consuelo en la inhóspita tierra de las dudas.
Ese palo ya
viejo, antes ramita, antes matojo y por encima de todo un alma noble, que se
mantuvo en su lugar soportando nuestras penas, acuno nuestras ilusiones con su compañía,
nos permitió abrazarnos a su consuelo en la desesperación, azotó bajo el viento
de la duda nuestra inseguridad, alivio el dolor tras la caída…
Así creció y
crecimos como personas al lado de ese alma amiga sin percatarnos, que nos
convertimos en amigos antes de decir quédate
a nuestro lado, antes de reconocer que su presencia lo es todo y sin ella no
hay nada importante, en ese lugar de nostalgias pasadas.
Ese palo ya no
es tal, sus ramas cubren la conciencia de sus insistentes consejos, sus raíces
se entrelazaron a nuestra vida como una sola, y nos dio mas fortaleza para
vivir a la intemperie, nos entregamos sin duda al futuro y nos mantenemos
atados a sus raíces, sin dudarlo, sin esperar que nada cambie esa unión, si así
fuera nosotros cambiaríamos y perderíamos nuestro lugar en ese gran campo que
nos vio crecer….
Ese palo viejo
sigue ahí, siempre esperando nuestro regresó, mientras nuestras alas se
fortalecen y conocemos mas allá de nuestro horizonte atesorando en lo
desconocido la sabiduría, para regresar mas completos a su regazo y sombra, al
hogar de nuestros afectos, una amistad crece sin significados, se fortalece en
actos, se enorgullece en afecto, se siente digna por tenerse la una a la otra,
siempre en la espera del regreso, siempre en la fe del encuentro y retomar el
ultimo instante con el mismo afecto.
En las ramas
tallamos el destino, en su corteza suspiramos los raspones de nuestras
equivocaciones, en su savia hallamos el secreto de nuestra unión y en la voz de
nuestra conciencia, la verdad que siempre ignoramos, siempre fue importante,
incluso en la negación.
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