En la noche de plenilunio los soñadores ensalzas sus odas
por la belleza de una luna que enmarca un cielo lleno de estrellas como reina y
señora del mismo.
Pero el momento especial llega pasada la media noche, en la
que llega la comunión de madurez de unos seres tan apreciados por su raza como
desconocidos por su origen oculto. En la vida solar repartidos por el mundo se
encuentran sus hermanos los elfos de la naturaleza, guardianes de la vida y
muchas tradiciones. En cambio estos elfos son mucho mas distintos de que
cualquiera pudiera soñar, viven en el mundo de la tierra, entre las raíces de
la misma, no conocen el cielo descubierto, tampoco los seres que en ellos
habitan mas que a través de leyendas, su vida transcurre en la oscuridad y
entre la fría roca, en la que otros seres conviven alabándola, de un tamaño que
les permite colarse en cualquier lugar y una fuerza descomunal, son acérrimos
enemigos de las profundidades, sin embargo estos elfos distintos a los solares,
conviven con la fiel doctrina del combate y la superación.
Cada noche de plenilunio, los jóvenes que crecen y alcanzan su máxima preparación han de subir al exterior, y ganarse las armas con las que combaten y el orgullo de sus congéneres trayendo consigo las del enemigo, buscan campamentos nocturnos para su ataque, es su prueba y seria humillante matar sin el orgullo del combate.
Esta noche aparecerán otro grupo a exponerse a la luz de la
luna y su hechizo, pues ninguno es libre de la fascinación que ésta causa, y
luego al ardor de la excitación por la misma y las ganas de combate que a todos
devora con ansia.
Con precaución asoman la cabeza dejándose asombrar por los
matices de luz lunar, luego van reconociendo la foresta y el terreno en busca
de enemigos, es bien sabido que los elfos oscuros no son bien reconocidos ni
apreciados, van avanzando en su reconocimiento, y llegan a un campamentos de
elfos solares, elfos de los bosques que bailan alrededor de un gran árbol y
sobre algunas rocas dejan velas que a los mismos elfos oscuros les parece
insoportable su luz.
No llevan armas ni cotas de combate, algunos manejan unas
ramas que usan en su baile, algunos de los jóvenes se sienten fascinados por la
belleza de estos elfos dorados, otros en cambio les recorre un deje de odio,
finalmente la falta de armas los disuade de atacarles.
Siguen su búsqueda y llegan a una colonia de enanos
herreros, los cuales celebran su buena fortuna al encontrar una gran fuente de
hierro, elevando la voz los enanos cantan a su dios y alzan sus martillos y
hachas de guerra, ya que son fervientes luchadores, nunca rehuyen un buen
combate…
Los elfos han encontrado su prueba, se lanzan al ataque y
son enfrentados con valor y coraje, las habilidades de los enanos superan con
creces las de los jóvenes, ya que son acérrimos guerreros de unas largas vidas,
no se puede negar que la ventaja de llegar a vivir un milenio tiene su bendición
en ciertas artes.
En pocos minutos son reducidos con escasos heridos por ambos
bandos, los enanos se vanaglorian por su victoria y los jóvenes temen su final,
sin embargo su orgullo y dignidad no les permite demostrarlo, finalmente los
enanos llaman a los elfos solares, los cuales acuden a su llamada reconociendo
a sus hermanos de las profundidades y su corta edad, conocen las costumbres de
los mismos.
Comprendiendo la gran disciplina a la que los exponen, los
enanos dialogan con los elfos del bosque hasta que toman una decisión, hacerles
participar de esa noche de un modo distinto, no con sangre sino con la alegría
que ambas culturas comparten, los jóvenes están derrotados y han de servir a
los mismos por su honor y humillación, aceptan la decisión sin ilusión, pero he
ahí la sorpresa, nunca han vivido una fiesta a la luz de la luna y el regocijo
que la misma otorga en la felicidad de compartir.
Finalmente vuelven a su hogar con una lección aprendida y
una sorpresa de generosidad, los elfos les regalaron las armas de enemigos
pasados para no encontrar a su vuelta más humillación por sus congéneres.
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