El sol cae abrasador y Adriana
busca desesperadamente al horizonte algún montículo, donde cobijarse en su
sombra a descansar, sigue sin comprender como ha llegado a un paraje tan
inhóspito como aquel, apenas consigue recordar retazos de la noche pasada, sin
embargo son tan irreales que se le antoja que debió tomar algún tipo de droga
sin conocimiento.
Para no forzar la vista contra el
sol decide tomar la dirección que deja a éste a su espalda, pisando en el polvo
su propia sombra, sintiendo que esta se ríe en su cara por no encontrar
respuestas a su actual situación.
Por suerte encontró en un montículo
cerca de si su ropa, echa un asco pero no tendría que caminar desnuda, lo
primero que sintió al despertar y verse así fue pánico y vulnerabilidad, comprobó
aterrada su sexo, temiendo haber sido violada, no notó nada que le indicara que
hubiera sido así, excepto que sus músculos le dolían y los notaba extenuados
como si hubiera sobrepasado sus limites, lo más extraño era ese estado de
liberación que sentía, no tenia explicación por más que lo pensase.
A las dos horas o tres cuando cada
molécula de su cuerpo clamaba por un trago de agua, vislumbro a lo lejos una
forma sombreada, no distinguía que era pero no le importaba, que se viera en la
distancia ya prometía una sombra donde descansar y resguardarse del sol.
Hora y media mas tarde cuando su
cerebro no puede mas y el agotamiento puede con ella, llega a una roca de forma
extraña, como si un torbellino la hubiera moldeado en forma de montículo
espirado, un viento árido se alza a su espalda derrumbándola contra la
superficie, sin fuerzas no pone resistencia y pese a que se hace daño termina
por caer de costado contra el suelo, ahí se queda respirando con el único
pensamiento de que todo lo que le sucede sólo sea una pesadilla excesivamente
real.
Cada vez que cierra los ojos una
cantidad de escenas irreales se suceden por su mente y le aterran tanto que
abre los ojos desesperada buscando consuelo en la superficie de la roca que
casi roza su rostro.
Un sonido casi inaudible le llama
la atención, se gira buscando su procedencia, es como si algo se deslizara
cerca de ella, como un riachuelo cercano que promete aliviar su sed, no
distingue ningún cauce ni cambios al escenario desértico que la rodea con algún
cactus o rocas que salpican el vacío de aquel lugar como si fuera una broma del
paraje.
Se levanta tambaleándose y se apoya
en la espiral de roca para sostenerse, la rodea buscando la procedencia de ese
sonido que pierde cuando el viento golpea su rostro con furia, su mano que
sigue palpando la superficie rasposa, roza un hilo húmedo y de tacto suave que
la sobresalta, vuelve la vista al punto de donde retiró su mano y allí halla su
milagro que la salvará de desfallecer por deshidratación; la espiral que le da
cobijo es a su vez un manantial oculto que brota con un ligero hilo de lo alto
y desciende hasta el pie de la misma regando una dalia anaranjada…
Sintiéndose salvada se abalanza a
recoger ese ligero hilo con sus manos formando un cuenco para recogerla y
beber, debe tener paciencia, en su espera a recoger suficiente para llevársela
al a boca se percata de que el sol ya no está tan alto, comprende que ya debe
caer la tarde y no tardará en anochecer, el pensar que pasara ahí la noche la
desconsuela, su mente vuelve a sus ultimas horas del día anterior, la fiesta de
cumpleaños, las copas, el salir a bailar… no recuerda nada más, sólo que el
local estaba cerca del cauce cosa que agradecía pues era agradable tomar la
fresca allí y ver pasear a las parejas que se atrevían a salir bien entrada la
noche, ése era su último recuerdo.
Suspirando reviso sus bolsillos, ya
sabia que su móvil no tenia cobertura y debía tenerlo apagado para conservar la
batería, solo buscaba distraer su mente mientras buscaba un modo de salir de
ese lugar, encontró sus gafas de lectura y un matojo pasó llevado por el viento
por un lado, su mente vislumbro una idea y se alzo corriendo con la esperanza
que funcionara, atrapó a la carrera el matojo volante y lo mantuvo sujeto hasta
volver cerca de la roca, allá a su protección comenzó a partir las ramas secas
y amontonarlas a sus pies, buscó papel a sus bolsillo, encontró un billete y
sonriendo por la ironía de quemar dinero con la falta que hacia en la vida
metropolitana, le prendió fuego con un mechero que aún llevaba a los
pantalones, lo coloco bajo las ramitas y prendieron rápido, continuo echando
restos de ramas a la pequeña fogata, con la única idea de que alguien la viera
y lo atrajera, sino sabia a donde ir alguien sabría como llegar a ella y salir
de allí.
Siguió cogiendo matojos o arrancándose
retazos de las mangas para que el fuego no se apagara y el humo fuera visible a
lo lejos, una hora mas tarde, un vehículo apareció al horizonte siguiendo su
estela de humo, su mente gritaba una y otra vez, estaba salvada, ya caía la
noche para cuando un todo terreno con un varón de rasgos indios aparcaba cerca
de la roca.
El apache se apea de su vehículo y
se posiciona a dos metros de ella saludándola con un gesto de su sombrero
estilo cowboy, sin pronunciar palabra y un gesto tosco, ella en cambio ansiosa
por salir de allí busca como explicar su situación, le explica que esta perdida
y sin medio de volver a la civilización, que alguien la debió dejar la noche
pasada tirada a aquel paraje y no sabe ni dónde está, le pide ayuda; sus
maneras ansiosas pero con la mirada cansada, hablando atropelladamente, el
hombre con un gesto asiente y la invita a subir al todo terreno, ella
agradecida le sigue a la puerta copiloto…
Al subir un perro acomodado a la
parte de atrás se vuelve loco, la chica se asusta y salta fuera con mucha
agilidad, el hombre gesticula una palabra amenazante al animal y éste calla y
gimotea lastimosamente, Adriana más tranquila al ver que el hombre tiene el
control del animal vuelve a subir al asiento mirando con recelo al perro.
Apenas el hombre pone en marcha el
coche, se vuelve y alcanza una cantimplora que tiene tirada al asiento de
atrás, se la entrega a Adriana que agradecida la abre y bebe con ganas el agua,
ésta resulta tener un regusto a anís que le provoca tos al atragantarse por la
sorpresa, el hombre ríe al ver su reacción, con una voz grave y ronca, vuelven
por la misma dirección que ha llegado y mientras ella va echando cabezadas a
ratos, el traqueteo del vehículo sobre el terreno apedreado le provoca
somnolencia, hasta que un fuerte latir en su cuerpo, recorriendo sus venas la
sobresalta y entra en pánico….
Ella mira al hombre indio
desesperada, el perro la gruñe agresivamente, de pronto se siente en peligro y
un instinto de supervivencia la insta a escapar de ese perro y de su salvador,
el indio hablando un dialecto desconocido insta al perro a callar que obedece
de inmediato escondiéndose del mismo…Después con la misma voz ronca con la que
se reía antes, se dirige a ella.
-
no te preocupes mujer, el perro no osará desobedecer y
tu estarás en este plenilunio mas segura entre los nuestros que sola pegada a
la crisálida del desierto, elegiste bien el quedarte al manantial oculto, pero
hay algo más a esas tierras que busca sangre y no cualquiera, somos de la tribu
del Dios chacal, busca nuestra sangre y tu la compartes, tu aroma te delata,
tienes sangre coyote, ¿lo sabes?
-
Saber, eso me gustaría a mí saber mas de una cosa, como
que no recuerde nada de anoche, como he llegado a este inhóspito lugar,
aparecer desnuda y mis ropas cerca de mi…. Solo sé que todo se ha vuelto una
locura desde anoche.
-
Entiendo, entonces espera a que lleguemos, estamos
cerca y podrás comer algo, eso sino te transformas primero, cosa que sospecho
si no puedes controlarlo todavía, al menos dime tus orígenes.
-
¿orígenes?, ¿Transformarme?, oiga me esta tomando el
pelo o esto es una broma de mal gusto.
-
No muchacha, solo dime el nombre de tus padres por
favor, te he de presentar a los míos.
-
A su poblado….
-
Si.
El latido en sus
venas se volvía más potente, la ensordecían y sus sentidos se agudizaban, su oído
comenzó a escuchar el corazón mas cercano al suyo, el del hombre este iba tan rápido
como el suyo y de pronto iban al mismo ritmo como si fueran uno, mientras ella
buscaba aliento el mantenía la calma conduciendo, la miro y sus ojos ya no eran
oscuros como cuando los vio antes de subir al todo terreno, ahora lucían con un
fuerte tono ámbar, de pronto el latido del hombre se ralentizaba calmando al
suyo, esa sensación de estallido en su interior se apaciguaba y cierto alivio
la invadía, temía lo que podía ocurrir después, temía las visiones de los
recuerdos que la han acosado todo el día, su necesidad de escapar ya no tiraba
de ella ahora sentía seguridad. Lo malo era creer que ella se estaba volviendo
loca.
A los veinte
minutos se vislumbraron unas luces a los lejos, al cabo de unos minutos unos
aullidos rodearon el todo terreno y unos ojos parecidos a los del hombre
asomaban por varias colinas o siguiéndoles, lo que fuera que hubiera fuera no
les atacaba, mas bien les daban la bienvenida y custodiaban.
Las casas
tomaron forma bajo la luz de la luna con sus ventanas alumbrando el exterior,
una hoguera en medio de la plaza iluminaba los cuerpos de personas cuya figura
no era por completo humana, unas orejas puntiagudas asomaban en lo alto de sus
cabezas y su pose era orgullosa e imponente.
Al mirarlos su
presencia se hizo parte de su interior, como si una parte del alma de cada uno
se fuera alojando en su interior, a la vez ella se creció, sintiéndose parte de
muchos, hombres, mujeres, niños y ancianos, ninguno se sentía solo teniendo a
los demás y el regocijo les recorría e inundaba a ella también, le daban la
bienvenida…
El hombre volví
a preguntarse sus orígenes, ella comenzó a pronunciar los nombres y apellidos
de sus padres y luego los de sus abuelos, a los que no conocía en persona…
El hombre abrió
mucho sus ojos y la sorpresa de él y su regocijo golpearon muy fuerte en su
interior, ahora ella era presa de las emociones de ese hombre y una gran onda
de afecto la recorrió mientras el lloraba observándola.
-
has regresado con los tuyas mi niña, yo soy Telian, tu
abuelo, tu abuela fue una mujer blanca y tu padre heredó más rasgos de ella que
míos, marchó lejos por que se sintió ahogado a nuestro poblado, su sed de
abrirse camino y volar en pos de sus sueños lo llevó lejos y su alma dejó este
mundo sin presentarme su descendencia.
-
¿Yo soy como ellos?
-
Eres una de nosotros y eres tu misma, no lo olvides.
-
Yo no se que paso anoche no se que hacer ni si lo puedo
controlar.
-
Podrás, por que esta vez no estarás sola, esta noche te
guiare y estaré a tu lado, nunca debió suceder apartada de los tuyos sin
nuestro apoyo, te prometo que estarás bien, no tengas miedo…
El latido creció
la luna brillaba hermosa en lo mas alto, su cuerpo se dejo llevar por una energía
que la llenaba, su agotamiento desapareció y un gran deseo de correr saltar la
inundo, euforia y liberación la impulsaron a abrir su boca y aullar como nunca
pensó que pudiera hacer, al suyo se unió uno más potente el de su abuelo y al
mirarlo apreció que su rostro era el de un chacal con gestos más humanos, su cuerpo transpiraba
mucho, salió y se desprendió de su ropa, mientras le cubría la piel un tupido pelaje
oscuro, alzó el hocico al cielo y aulló con el toda la aldea y ahí ella dejo de
ser humana, uniéndose a ellos como mujer chacal, dos espíritus en un mismo ser,
el humano y el animal.
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